martes, 10 de mayo de 2016

El museo y la conservación de bienes culturales

En esta entrada nos ocuparemos de varios aspectos que centran la actualidad del hecho artístico. Por un lado, se analiza un fenómeno como la aparición de los museos, las funciones que desempeñan y de qué manera la obra se integra en los mismos, para tratar de aprender a valorar el papel que el museo ha adquirido en la sociedad actual. Además se expondrán las posturas más importantes y representativas dentro del ámbito de la restauración, un terreno bastante novedoso, pero de una importancia fundamental por cuanto define la postura que el hombre actual toma con respecto al posicionamiento de nuestro patrimonio.

En definitiva, el fin de este apunte es concienciar de la importancia que la obra de arte tiene como bien social y cultural.

Interior del Centro de Arte Contemporáneo Georges Pompidou. París




1. EL MUSEO

1.1. El museo y la museología. Una breve historia de los museos

Además de adentrarnos en el estudio de una ciencia relativamente joven, como es la museología, debemos establecer los límites de este término. El origen de la palabra museología es griego, procede de mouseion que significa "casa de las musas" y que derivó en la palabra latina museum. En sus textos, Estrabón nos habla del Mouseion de Ptolomeo, ubicado en los palacios reales de Alejandría. Este espacio incluía, además de una biblioteca, un observatorio astronómico, un jardín botánico y una interesante colección zoológica. El ICOM (International Council of Museums) define el museo de la siguiente manera: "La palabra museo designa todo establecimiento permanente, administrado en beneficio del interés general para conservar, estudiar, hacer valer por medios por medios diversos y, sobre todo, exponer para deleite y educación del público, un conjunto de elementos de valor cultural: colecciones de objetos artísticos, históricos, científicos y técnicos, jardines botánicos y zoológicos y acuarios. Las bibliotecas públicas y los centros de archivos que mantienen salas de exposición de manera permanente, serán asimilados a los museos".

Frank Lloyd Wright: Museo Guggenheim. Nueva York


Uno de los primeros que se encargaron de estudiar el museo y de darle forma a esta ciencia tan reciente que es la museología, fue Georges Henri Rivière, quien sería director de L'École du Louvre entre 1930 y 1950 y, más tarde, director del ICOM.

Desde un momento temprano en la historia, el hombre ha sentido la necesidad de guardar una serie de objetos que, por su singularidad o su particular belleza, despertaban un interés especial en él. 

Las primeras referencias del museo nos llegan de Grecia, en donde se crean espacios como la pinacoteca. Se sabe, gracias a los datos que Pausanias ofrece en sus textos, que en la Pinacoteca de Atenas se guardaban los cuadros del pintor griego Polignoto de los que no se conserva ninguno, pero que Pausanias nos describe con detenimiento. En Roma, lo mismo que en Grecia, existía una gran afición por el coleccionismo, que en este caso adquirió una dimensión privada. No sólo se guardaban los objetos en función de su valor estético, sino que, además, poseían el valor añadido de ser botines de guerra.

Durante la Edad Media las iglesias eran importantes espacios en los que se guardaban objetos que tenían un interés desde el punto de vista de la fe o a los que se les atribuían poderes mágicos. Esto último explica la presencia en muchas iglesias medievales de curiosas reliquias traídas de los Santos Lugares. Los tesoros más importantes de todo el Medievo son los de San Marcos de Venecia y Saint Denis en Francia. En España, dos de los conjuntos más interesantes son los de la Colegiata de San Isidoro de León y el de la Catedral de Oviedo.

Durante la Edad Moderna el coleccionismo alcanzó una gran importancia. En el Renacimiento, las ricas familias nobles buscaron obras de arte procedentes de la antigüedad clásica. Algunas de estas colecciones, como la de los Medici en Florencia, son el germen del que hoy se puede considerar, sin duda alguna, uno de los museos más importantes del mundo: la galería de los Uffizi. De la misma manera, la colección del rey Francisco I de Francia será el punto de partida del Museo del Louvre y, la de Carlos V y Felipe II, del Museo del Prado.

Galería Nacional de Canadá



1.2. La función de los museos de obras de arte

Los museos desde un primer momento han desempeñado una serie de funciones que con el paso del tiempo se han ido perfilando. Nosotros nos ocuparemos en este apartado de las obligaciones que todo museo de arte tiene atribuidas:
  • Coleccionar
En los museos se custodian las obras de arte, se estudia acerca de la manera más conveniente de exponerlas y se busca el mecanismo más conveniente de exponerlas y se busca el mecanismo más apropiado para su difusión. El gran problema surge al cuestionarse qué es digno de ser conservado y qué es lo que ha de constituir los fondos permanentes del museo. Normalmente, las piezas que integran estos fondos proceden de sus depósitos, son adquiridas por el propio museo o bien son donadas por alguna entidad de carácter privado.
  • Investigar e identificar
La investigación es otro de los cometidos esenciales del museo, que tiene lugar cuando éste adquiere una pieza nueva o bien cuando cuenta entre sus fondos con alguna obra de arte sobre la que se desconocen algunos aspectos, como la identidad del autor, la cronología, etc. Esto afecta, sobre todo, a los casos en que exista sospecha de falsificación, especialmente si el museo está interesado en la adquisición de una nueva obra de arte y se alberga alguna duda sobre su autenticidad.

Museo Dalí. Figueras

  • Documentar
En todos los museos debe haber constancia documental de la existencia de las obras de arte que constituyen sus fondos. Para esto cuentan con el registro (en el que se inscriben todas las obras que entran en el museo), el inventario (listado más o menos completo de las obras que integran los fondos museísticos) y el catálogo (ficha en la que se recoge una información más amplia sobre las piezas).
  • Conservar y restaurar 
El museo es una de las piezas claves dentro del proceso de conservación de las obras de arte. Para ello, el recinto museístico deberá contar con las medidas de seguridad apropiadas que garanticen que esos bienes de los que hemos sido herederos, llegarán a nuestros descendientes, al menos, en el mismo estado en que se encuentran en la actualidad. Esto implica que las condiciones de luz, temperatura y humedad en las que se encuentran han de ser siempre las más idóneas. En el caso de que alguna obra se halle en mal estado de conservación se restaurará, pero siempre desde un principio de respeto absoluto a la situación original de la obra. Se deberá tratar, en la medida de lo posible, de que la restauración sea reversible.
  • Exhibir y educar
El museo ha de ser, ante todo, un lugar abierto al público y, por tanto, la arquitectura, como receptáculo de las piezas museísticas que se van a mostrar, desempeña un papel fundamental. El museo se adecuará a una de las funciones más importantes para la que ha sido pensado: la exhibición de obras de arte.

La relación que se establece entre el museo y el público es una de las funciones que más interés despierta en la actualidad. El museo tiene en sus manos la posibilidad de educar al visitante, de romper con la idea de visitante pasivo mediante la organización de reuniones periódicas, aumentando el número de visitas guiadas o bien llevando a cabo otro tipo de actividades formativas de divulgación, de las que se encarga el departamento pedagógico.

Rafael Moneo: Interior del Museo de Arte Romano. Mérida




2. LA CONSERVACIÓN Y RESTAURACIÓN DE BIENES CULTURALES

Restaurar no es otra cosa que tratar de recuperar el aspecto original de una obra de arte del pasado del que ha sido despojado por el paso del tiempo.

Una de las primeras intervenciones en este sentido es la de Rafael Stern y Giuseppe Valadier, quienes se ocuparon de la restauración del Coliseo y de algunos Arcos del triunfo que, en bastante mal estado, se conservaban en Roma.

El siguiente paso lo dio Viollet-le-Duc quien, como buen romántico, centró su interés en las obras góticas, de las que Francia tenía un buen número. A través de un exhaustivo estudio de la arquitectura gótica, rehizo gran parte de las catedrales góticas francesas, tratando de devolverles un estado ideal, lo que él denominó su forma prístina. Esta manera de entender la restauración suscitó múltiples controversias entre los que interpretaban la intervención violletiana como un "falso histórico". En nuestro país, uno de los ejemplos de este tipo de restauración es la Catedral de León.

La reacción a las teorías de Viollet está representada, entre otros, por la personalidad de John Ruskin, defensor de la veracidad histórica del monumento. Al igual que Viollet, consideraba que la Edad Media es el momento más brillante de la Historia del Arte, pero a diferencia de aquél, concedió una gran importancia a los oficios artesanos, que en la Revolución industrial se habían olvidado. En este sentido, Ruskin está estrechamente relacionado con el Arts and Crafts. Frente a la reconstrucción en estilo que hace que, en muchas ocasiones, resulte prácticamente imposible establecer qué es lo original de la arquitectura y qué lo que ha sido restaurado, Ruskin propondrá la conservación y, en casos extremos, la consolidación que evite que el edificio termine por derrumbarse. Estas ideas son extensibles a la restauración del resto de las manifestaciones artísticas.

Coliseo, donde se puede apreciar la intervención de Stern y Valadier. Roma

Una de las teorías más interesantes sobre restauración es la de Camillo Boito. Se mantiene muy cerca de las ideas de Ruskin pero admite, bajo ciertas premisas, la posibilidad de restaurar. Las ideas de Boito se han denominado Restauro scientifico. Criticó abiertamente todas las intervenciones que en algún momento tratasen de falsear la obra de arte y, en este sentido, rechazó totalmente el "falso histórico". Este estudioso estableció ocho puntos fundamentales para realizar una restauración arquitectónica:
  • Diferencia de estilo entre lo antiguo y lo nuevo.
  • Diferencia de materiales en sus fábricas. 
  • Supresión de molduras y decoración en las partes nuevas.
  • Exposición de las partes materiales que hayan sido eliminadas en algún lugar contiguo al monumento restaurado.
  • Incisión de la fecha de la actuación o de un signo convencional en la parte nueva.
  • Epígrafe descriptivo de la actuación fijado al monumento.
  • Descripción y fotografías de las diversas fases de los trabajos depositadas en el propio monumento o en un lugar público.
  • Notoriedad visual de las acciones realizadas.
Esta teoría es la que más se aproxima a lo que más tarde se establecerá en la Carta de Atenas (1931) y en la Venecia (1964).

El continuador de la teoría de Boito es Gustavo Giovannoni. Una de sus máximas preocupaciones fue la integración del monumento en el medio urbano.


Catedral de León



A FONDO

EL MUSEO DEL LOUVRE
(PARÍS)

El Museo del Louvre es uno de los centros artísticos más importantes del mundo. Sus raíces se hunden en el tesoro de la corona que el rey Carlos V guardaba en la fortaleza construida por Felipe II Augusto, en el siglo XII. Hasta el reinado de Francisco I (siglo XVI), estas obras habían caído en el olvido, pero con la llegada de este monarca, tanto el coleccionismo como el arte alcanzarán un auge espectacular.

Francisco I reunió en su corte a los creadores más significativos de la Francia de la época, y llamó a creadores de la talla de Leonardo da Vinci o Benvenuto Cellini. Todas las obras de arte cuya creación promovió fueron trasladadas al Castillo de Fontainebleau. Mucho se comentaba por aquel entonces sobre esta excepcional colección, pero muy pocos eran los privilegiados que habían podido contemplarla de cerca.

Más tarde, el rey Luis XIV en el siglo XVII encargó a su ministro Colbert que se ocupase del conjunto, ante lo cual, este ministro de Finanzas decidió trasladarlo al Palacio del Louvre y se hizo con colecciones privadas realmente importantes, como la del banquero Jaback, el cardenal Mazarino y el abad Marolles. Una parte de este importantísimo repertorio artístico, alrededor de cien pinturas, se llevó al Palacio de Luxemburgo de París, donde, dos días a la semana, eran visitadas por un gran número de personas. El pensamiento ilustrado, _especialmente Diderot, para el que la educación y el acceso popular a la cultura eran elementos fundamentales de civilización_, y la Revolución Francesa, contribuyeron notablemente a aproximar estos fondos al público.


El conde D'Angivillier, además de trasladar las obras al lugar en que se encuentran en la actualidad, es decir, al Palacio del Louvre (1793), fue uno de los primeros que se ocupó de que las piezas que integraban la colección, que más tarde formaría lo que hoy conocemos como Museo del Louvre, se organizase de una manera sistematizada. Para ello aplicó unos criterios museográficos bastante aproximados a los que se tienen en la actualidad, mandó efectuar los primeros catálogos y adquirió nuevas obras que completaban las carencias que la colección tenía. Las campañas de Napoleón a Egipto, la colección del cónsul británico Salt adquirida por Champollion en 1826 y las obras traídas por Mariette del Serapeum convirtieron al Museo del Louvre en uno de los que mayor número de obras de arte egipcias atesoran.


La ampliación de los fondos del Louvre ha sido una prioridad para la mayoría de los gobiernos de Francia, quienes han afrontado este cometido con inteligencia, potenciando las donaciones y haciendo que el sistema fiscal permita el pago de impuestos con obras de arte.

El último paso lo dio François Mitterrand, presidente de la República Francesa desde 1981, haciendo que el Ministerio de Economía, que se ubicaba en el mismo palacio del Louvre, fuese trasladado a otro lugar con la finalidad de que este espacio fuese ocupado íntegramente por el museo. Este aspecto constituía uno de los elementos prioritarios de su proyecto electoral. Además se ideó que en este palacio se pudiese visitar un Museo de Artes Decorativas, un Museo del Vestido y de la Moda y la Escuela del Louvre, en la que se forman miles de estudiantes en las diversas disciplinas artísticas y que destaca por ser una de las instituciones más brillantes en la enseñanza de la museología, ciencia que tuvo en Francia un importante punto de partida.

Mitterrand se ocupó de manera especial por solucionar los grandes problemas de acceso al interior que presentaba este edificio, uno de los más visitados del mundo. Eligió personalmente a I.M. Pei, un arquitecto de nacionalidad norteamericana y de origen chino, que se ocupó de la remodelación del museo en 1984. Éste diseñó una pirámide de cristal que se erige en centro del patio y por la que se accede al interior del museo. Gracias a ella llegamos a un impresionante vestíbulo en el que se encuentran las diferentes galerías en las que organiza el espacio museístico. Las paredes de cristal permiten, por un lado, inundar de luz la entrada que acoge y envuelve al espectador y, por otro, se consigue que no perdamos de vista ningún punto del patio debido a su transparencia. Se consigue de esta manera algo tan difícil como la integración de la arquitectura actual, con materiales igualmente actuales, en un espacio realizado muchos siglos antes, en el que han trabajado grandes decoradores, escultores y arquitectos entre los que se encuentran Metezau, Androuet du Cerceau, Lemercier, Perrault, Le Vau, Fontaine, Visconti, etc. Esta obra, en el momento de su construcción desencadenó una terrible polémica, pero hoy es del agrado de la gran mayoría del público.

El Louvre es un museo con una gran historia a sus espaldas, pero, al mismo tiempo, con una decidida y ejemplarizante vocación de futuro.

Interior de la Pirámide del Louvre
   


CITAS

"El museo forma también parte de estos palacios reales; tiene un paseo público, una exendra con asientos y una especie de sala común de los hombres de estudio que forman el Museo. Este grupo de hombres no solamente mantiene la propiedad en común, sino que también tiene un sacerdote a cargo del museo (...)".
Estrabón

"El patrimonio se ha transformado en un medio en manos de los poderes públicos, los que en su afán por poner en práctica una política "cultural", obligan a exponer, o mejor aún, a exhibir obras, y se niegan a tomar en consideración los riesgos que éstas corren".
Gaël de Guichen

"Del mismo modo que ningún poeta se pondría a terminar los versos incompletos de la Eneida, ningún pintor a terminar un cuadro de Rafael, ningún escultor a terminar un cuadro de Rafael, ningún escultor a terminar una estatua de Miguel Ángel, así ningún arquitecto debería consentir en completar una catedral".
Didon

"La teoría de Camillo Boito ha venido siendo considerada modernamente, lo que sienta de modo definitivo criterios prudentes y científicos".
Antón Capitel

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