lunes, 14 de julio de 2014

El arte islámico

No podríamos entender ni apreciar el arte islámico si no conocemos la religión musulmana, que condiciona indiscutiblemente el sentido y el desarrollo de sus formas artísticas. La amplia y rápida extensión territorial de la religión islámica, dado su marcado carácter proselitista, les permitió conocer las diferentes culturas, de las que tomará diversos elementos que irán engrosando su bagaje cultural, hasta fundirse para dar origen a un estilo propio e inconfundible. Esto se produce sobre todo en el área de la arquitectura, puesto que la escultura y la pintura apenas experimentaron desarrollo alguno, dada la prohibición de representar la figura humana. En este sentido la decoración geométrica, vegetal o epigráfica, que ornamenta las construcciones musulmanas, tendrán una marcada tendencia a la abstracción.

En España, las muestras de arte islámico son verdaderamente excepcionales e influirán durante mucho tiempo en las manifestaciones artísticas cristianas, no sólo contemporáneas sino también posteriores, por lo que merecen, dentro del estudio de esta época, un análisis pormenorizado.

Decoración con alicatados y yeserías de la Sala de la Barca. La Alhambra. Granada


1. LOS ORÍGENES DEL ARTE ISLÁMICO

El término arte islámico engloba la producción artística de todos aquellos países en los que se profesa la religión musulmana. Esta religión nace en torno a una figura fundamental en la Historia de las religiones: Mahoma, quien durante su estancia en la Meca, cuando tenía aproximadamente cuarenta años, comienza a tener revelaciones del ángel Gabriel.

En el año 622 se produce su huida desde la Meca a la Medina (la Hégira), momento que se ha tomado como punto de partida para la datación de la era islámica.

Las revelaciones de Alá se recogen en el Corán, compendio de todos los preceptos musulmanes. A la muerte de Mahoma se inicia la difusión de esta religión, sobre todo gracias a la Guerra Santa como mecanismo, no sólo para someter otros pueblos y territorios, sino también para inculcarles estos preceptos. Esto les puso en contacto con diferentes pueblos de los que van a ir absorbiendo sus principales rasgos y características culturales.

De esta manera, el arte musulmán es un reflejo de sus ideas religiosas y una síntesis de las manifestaciones artísticas romana, mesopotámica, persa, bizantina y bárbara.

Este hecho enriquece sus manifestaciones culturales haciéndolas verdaderamente complejas y al mismo tiempo fascinantes, puesto que se parte de tradiciones artísticas anteriores para llegar a un arte genuinamente musulmán.

La kaaba en la ciudad sagrada del Islam

Mahoma
Nació en la Meca en el año 570 en el seno de una familia de situación social desahogada que se dedicaba al comercio caravanero. Entre los años 610 y 632 recibió diversas revelaciones que, una vez muerto Mahoma, fueron puestas por escrito en el Corán.


2. PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DEL ARTE ISLÁMICO

Al igual que el judío, el arte islámico se fundamenta en la prohibición de representar la figura humana, lo cual constituyó un serio obstáculo para la escultura y la pintura y convirtió a la arquitectura en la más destacada de las artes. Se trata de una prohibición bastante posterior a Mahoma que no se formula en el Corán. Es posible que se deba a la creencia de que si se representaba un ser humano se le podía infundir aliento vital. Esa norma será infringida en muy pocas ocasiones. Aunque la escultura y la pintura no disfrutaron de un gran desarrollo, sí lo tuvieron las artes suntuarias, ya que los musulmanes fueron verdaderos expertos del marfil, la cerámica o el cristal de roca como veremos más adelante.

Los edificios musulmanes raramente son de piedra, se prefiere la mampostería y el ladrillo y todos aquellos materiales pobres que más tarde serán revestidos con yeso.

El soporte más utilizado es el pilar de ladrillo y la columna reaprovechada. También será frecuente encontrar columnas con capiteles cuyas formas imitan a los de procedencia clásica, aunque bastante más toscos y simplificados.

El arco más repetido es el apuntado en las escuelas es el apuntado en las escuelas orientales y el de herradura en Occidente. A partir del siglo X se generaliza el uso del arco de herradura apuntado, el arco polilobulado, el arco mixtilíneo, arcos entrecruzados y de mocárabes.

Las cubiertas en las primeras mezquitas van a ser simples techumbres hechas de madera, pero el contacto con el mundo occidental hará que se adopten nuevos mecanismos de cubrición como la bóveda de cañón, de crucería, esquifada, gallonada, calada, etc.

La decoración es uno de los puntos fuertes del arte islámico. Se caracteriza por el gusto por la exuberancia y la variedad:
  • Geométrica: este tipo de elementos decorativos no suelen ordenarse alrededor de un punto central, sino que se forman series que se extienden interminablemente. Es muy común la lacería.
Zócalo de cerámica nazarí del cuarto de Santo Domingo. La Alhambra
  • Vegetal: será frecuente encontrar pequeñas hojas que recubren las superficies, especialmente el ataurique, inspirado en la hoja de acanto aunque más estilizada.
  • Epigráfica: aquí distinguimos dos tipos: la cúfica y la nesjí. La cúfica posee trazos alargados y angulosos y la segunda redondeados.
  • Los mocárabes: son prismas que penden de una superficie y se estrechan hacia la parte inferior. Parecen estalactitas o ramilletes de ellas.
Yeserías mocárabes de la Alhambra de Granada

La principal expresión de la arquitectura islámica es la mezquita, que tiene la función de servir de sitio de reunión de los fieles para orar cinco veces al día y que no es el lugar en el que reside la divinidad como sucede en el templo cristiano. Están formadas por:
  • Un gran patio (sahn) en el que se ubica una fuente para hacer las abluciones (sabil).
  • En uno de los lados está el alminar o minarete, torre desde la que el almuédano llama a la oración.
  • En el interior de la mezquita encontramos una sala de oración (haram) una de cuyas paredes (quibla) está orientada hacia la Meca. En ella existe un nicho (mihrab), de la misma manera que también existe un espacio destacado en la iglesia cristiana y en la sinagoga judía. Mahoma se sentaba en una cátedra cuando se reunía con la asamblea; era un sillón elevado por dos escalones. Este asiento pasará a las mezquitas posteriores (mimbar) pero no con dos escalones, sino con seis. Simbolizaba la unión del poder político y religioso en una sola persona.
Este modelo que hemos descrito corresponde al de la mezquita hipóstila. Además de ésta existen otros dos tipos, la de planta central con cúpula en medio y la de patio con cuatro iwanes, es decir cuatro salas situadas en los ejes del patio.

Lacería
Ornamentación geométrica formada por líneas entrecruzadas que dan como resultado diferentes figuras poligonales.


3. EL ARTE EN ÉPOCA DE LOS OMEYAS

Con la dinastía de los Omeyas, en la segunda mitad del siglo VII, se traslada la capital de Medina a Damasco. En esta ciudad se construye una grandiosa mezquita, Gran Mezquita de Damasco, en un espacio en el que habían existido construcciones previas, una de ellas un templo cristiano erigido en el lugar en que se encontró la cabeza de san Juan Bautista. En esta mezquita se sientan las bases fundamentales que definen esta tipología arquitectónica: tres naves paralelas al muro de quibla cortadas perpendicularmente por dos hileras de arquerías que forman la nave axial y un patio de importantes dimensiones.

La Cúpula de la Roca en Jerusalén se sitúa en el mismo lugar en que se cree que, según la religión judía, cristiana y musulmana, que Dios impidió que Isaac fuese sacrificado por Abraham. En este caso, la planta es un octógono que se cubre con una cúpula de grandes dimensiones. El interior está decorado con bellos mosaicos de diferentes cronologías. La comparación con San Vital de Rávena surge inmediatamente. También se puede establecer un paralelismo con la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén.

La mezquita de la Cúpula de la Roca. Jerusalén

Interior de la mezquita de la Cúpula de la Roca. Jerusalén

Los omeyas construyeron hermosos palacios de los que tan sólo nos quedan ruinas en medio del desierto de Siria. Es posible que la inspiración para su construcción estuviese en las grandes residencias señoriales bizantinas. El aspecto exterior de la mayoría de ellos es de grandes fortalezas preparadas ante cualquier ataque, mientras que en el interior estaban dotados de grandes salas de recepción, habitaciones y baños. La decoración es otro aspecto de la arquitectura palaciega islámica. En algunos de ellos todavía tenemos restos de pinturas murales y paneles de estuco con cabezas y elementos vegetales.

Castillo de Qusayr Amra. Jordania

Pinturas del interior del Castillo de Qusayr Amra. Jordania

El arte de la arquitectura es el primero y el más antiguo de las civilizaciones sedentarias. Es la ciencia de cómo realizar casas y moradas para que sirvan de abrigo y cobijo. Esto se debe a que el hombre tiene una disposición natural a reflexionar acerca de los efectos de las cosas.
Ibn Jaldun


4. EL ARTE DE LOS ABBASÍES

A mediados del siglo VIII estalla una rebelión contra los Omeyas, conspiración que se había tramado en el Khorasan. De este levantamiento los Abbasíes salieron victoriosos, por lo que se establecerán al frente de este vasto imperio desde el año 750 al 1050. La primera medida que toman es la de trasladar la capital a Bagdad en el año 762. Bagdad era una ciudad circular de cuatro puertas en cuyo interior se ubicaban los bazares, las viviendas, el palacio y la mezquita.

En la ciudad de Samarra, capital fundada por al-Mutasin en el año 836, se construyó una importante mezquita junto al palacio de la que se conserva poco más que un curioso alminar helicoidal que recuerda a los primitivos zigurats mesopotámicos.

En torno a los siglos IX y X se independiza del poder hereditario una serie de dinastías que, si bien reconocen el poder abbasí, se distancian de él y adquieren una cierta libertad, hecho que demuestra el carácter relativamente tolerante de la política abbasí. De esta manera, aunque el punto de partida artístico es el arte abbasí, éste se irá adaptando a las características particulares de cada región. Así aparecen en escena los Samaníes, Tuluníes y Aglabíes.

Los Samaníes construyeron la tumba de Ismail en Bokhara, una obra interesante y curiosa por la escasez de restos que nos quedan de este momento. Se trata de un pabellón cuadrado cubierto con cúpula sobre trompas.

En Egipto surgen los Tuluníes a finales del siglo IX. Una de las primeras obras que realizaron fue la mezquita de Ibn Tulun, en la que el patio con un pórtico doble en los tres lados es un elemento fundamental. La sala de oración está formada por cinco naves paralelas al muro de la quibla.

Mezquita de Ibn Tulun. El Cairo

Los Aglabíes se sitúan, con cierta autonomía respecto de los abbasíes, en lo que hoy constituye Túnez y parte de Argelia. En la ciudad de Kairuán se construyó una mezquita de tipo hipóstilo antecedida por un sahn. Las naves paralelas al muro de la quibla son cortadas perpendicularmente por otra que se remarca en altura y que es comparable a la nave central de una iglesia cristiana.


5. EL ARTE ISLÁMICO ESPAÑOL

5.1. El califato cordobés

En el año 711 los musulmanes llegan a España aprovechando el momento de serio deterioro del poder visigodo. La capital definitiva se establece en Córdoba, que se convertirá en una de las ciudades con mayor esplendor y riqueza cultural del momento. En el 755 llega a la Península Abd al-Rahman I, único omeya que se había salvado de las matanzas y las persecuciones de los abbasíes. Éste, en el siglo VIII, funda el emirato de Córdoba, que en el siglo X se convertirá en califato. Las tres obras más importantes de este momento son la Mezquita de Córdoba, el palacio de Medina Azahara y la Mezquita de Bab-al-Mardum.

La Mezquita de Córdoba, obra cumbre del arte califal, representa la fusión de los elementos islámicos y los procedentes de la tradición artística de nuestro país, especialmente del arte visigodo y del romano. De los visigodos aprenden a utilizar el arco de herradura, aunque con un peralte mayor. Los romanos, a su vez, fueron una importante fuente de inspiración para los musulmanes en múltiples aspectos. Del Acueducto de los Milagros, en Mérida, se aprendió a combinar piedra y ladrillo, lo cual introduce un juego cromático en la arquitectura. Abd-al-Rahman I mandó construir la mezquita sobre una antigua iglesia visigoda, la de San Vicente, de la que se reaprovecharon varios elementos como los fustes de las columnas, que a su vez podrían ser de origen romano. La mezquita tenía once naves perpendiculares al muro de la quibla. Para conseguir un espacio luminoso se colocan sobre los arcos de herradura pilares que sujetan arcos de medio punto y elevan considerablemente la cubierta. De su sucesor, Hixem I, apenas se conocen intervenciones en la mezquita.

Interior de la Mezquita de Córdoba

Vista aérea de la Mezquita de Córdoba

Con Abd-el-Rahman II se llevaron a cabo algunas remodelaciones en la mezquita, por un lado amplían ocho tramos hacia el sur la sala de oración, para lo cual se debió derribar el muro de la quibla. Además, se realizaron nuevos capiteles y se decoraron profusamente algunas de las puertas. Abd al-Rahman III concentró sus intervenciones en la ampliación del patio y la erección de un alminar.

El gobierno de Al-Hakam II responde a un momento de poder económico que permitió la realización de grandes obras en la mezquita. En el año 916 ordenó que se ampliase hacia el sur, lo cual suponía volver a tirar el muro de la quibla y construir uno nuevo. En la nave anterior al muro de la quibla se crearon arcos polilobulados y una bella cúpula delante del mihrab formada por arcos que se entrecruzan dejando un espacio en el que se colocó una cupulilla gallonada, así como capiteles, esta vez plenamente musulmanes, alejados de la tradición clásica y de las influencias visigodas. El arco de la fachada del mihrab es de herradura y está enmarcado por un doble alfiz. El mosaico es el elemento que se utilizó para decorar tanto el exterior del mihrab como para revestir el interior y la cúpula que antecede al mismo y nos señala que nos encontramos ante un lugar de especial importancia dentro de la mezquita. Estos mosaicos fueron realizados por artistas bizantinos traídos a Córdoba para este fin. A esto hay que sumar las placas de mármol que recubrían algunas superficies y las exuberantes decoraciones vegetales y epigráficas.

Mihrab de la Mezquita de Córdoba

Maqsura frente al mihrab de la Mezquita de Córdoba decorada con mosaicos bizantinos

El Palacio de Medina Azahara fue construido en el año 936 por Abd al-Rahman III al norte de Córdoba (se cree que lo mandó hacer para su favorita). Era un impresionante palacio del que lamentablemente se conserva bastante poco y que conocemos gracias a los relatos que nos hablan de fastuosas fiestas y grandes recepciones para los embajadores extranjeros. Debido a la pendiente del terreno elegido, se debió organizar en tres terrazas superpuestas. En su interior se albergaban la mezquita, los baños, los jardines públicos y las estancias para la familia real. Uno de los espacios más interesantes era el Salón Rico, del que sabemos que estaba fastuosamente decorado.

Salón Rico de Medina Azahara. Córdoba

La Mezquita de Bab-al-Mardum (Toledo), más tarde denominada iglesia del Cristo de la Luz al ser cristianizada en el siglo XII, es un pequeño espacio cuadrado dividido por cuatro columnas que sustentan los arcos de herradura. El espacio queda, por tanto, fragmentado en nueve cuadrados cubiertos con cúpulas de tipo cordobés, todas ellas diferentes entre sí. Para su construcción se emplearon elementos reaprovechados procedentes de edificios romanos y visigodos.

Mezquita de Bab-al-Mardum. Toledo

Alfiz
Se trata de una moldura que, a modo de dintel, enmarca un arco. En principio es característico de la arquitectura musulmana, pero más tarde y por influencia de ésta, aparecerá en otras manifestaciones artísticas.


5.2. Los reinos de taifas

Tras este momento de esplendor cordobés se produce la ruptura que se materializa en la disgregación del poder musulmán en numerosos reinos llamados reinos de taifas (1031-1091): pequeñas ciudades-estado, algunas de las cuales eran verdaderamente minúsculas, basadas por lo general en regímenes monárquicos. Como sucede tantas veces a lo largo de la Historia del Arte, la pobreza material correspondiente a la pobreza económica, se enmascara bajo ingeniosos y barrocos elementos decorativos que revisten las superficies de los edificios dando una apariencia externa de fastuosidad y lujo que no se corresponde en absoluto con la realidad.

Uno de los ejemplos más interesantes que nos queda de la arquitectura taifa es la Aljafería de Zaragoza, ciudad en la que se estableció una de las más importantes dinastías. Este edificio ha estado sometido a múltiples avatares a lo largo del tiempo. La puerta de acceso está flanqueada por dos torreones que recuerdan a los de las fortalezas de los Omeyas. En el interior encontramos ricas arquerías con arcos de muy diferentes tipos: polilobulados, mixtilíneos, de herradura, apuntados, etc. Junto a Zaragoza tuvieron cierta importancia Toledo, Málaga y Granada, ciudades en las que se construyen alcazabas.

Oratorio de la Aljafería. Zaragoza

Durante estos años se construyeron baños de los que conservamos El Bañuelo, junto al río Darro (Granada). Tiene una planta rectangular a la que se accede gracias a un pequeño patio provisto de una alberca que comunica con el vestuario. A continuación, se pasa al tepidarium, frigidarium y caldarium, como también sucedía en las termas romanas.

El Bañuelo. Granada

Alcazabas
Espacios fortificados que cumplían una función defensiva en un momento de tanta inseguridad.


5.3. Los almorávides y su arquitectura


Los almorávides son, en realidad, un pueblo bereber que dominaba el Magreb que llega a la península Ibérica aprovechando la debilidad de los reinos taifas. La arquitectura almorávide se caracterizó por lo siguiente:
  • Prefirió la utilización del ladrillo para realizar pilares que van a sustituir a las columnas. El ladrillo se revestía de yeso, como ya habíamos visto durante el período taifa.
  • Se multiplican los tipos de arco empleados. En un principio se emplean arcos de herradura y apuntados, y después los mixtilíneos y los polilobulados.
  • Será frecuente encontrar bóvedas de nervios que se entrecruzan dibujando un polígono en medio o incluso con la plementería calada, como podemos ver en Tlemecén. Este tipo de cubiertas influirá en el arte hispano del siglo XV.
  • Se incorpora el mocárabe al repertorio decorativo. Éste había nacido en Oriente y los almorávides fueron quienes lo trajeron a Occidente.
Las mezquitas de Tlemecen, Argel y Fez (esta última posee una hermosa cúpula de mocárabes entre los que se intercalan algunas veneras) constituyen algunas de las aportaciones artísticas más importantes de los almorávides. En España los ejemplos más representativos de esta arquitectura son el Castillejo de Monteagudo en Murcia y la cúpula de una de las casas del Patio de banderas del Alcázar de Sevilla.


5.4. La arquitectura almohade


Ibn Tumart era un bereber que fundó una nueva doctrina religiosa dentro del Islam y eligió la ciudad de Tinmal como centro de sus predicaciones. Allí precisamente tuvo lugar la edificación de la primera mezquita almohade. En 1153 los almohades llegan a la Península y eligen la ciudad de Sevilla para establecerse; de hecho es la ciudad en que más restos arquitectónicos almohades se conservan. La arquitectura almohade no aporta grandes novedades a lo que ya hemos visto, lo que sí se produce es una mayor sobriedad en el uso de la decoración como consecuencia lógica de su rigor y rigidez religiosa. Al amplio elenco de elementos decorativos que hemos ido viendo, los almohades aportan uno nuevo: el paño de sebka. Uno de los ejemplos más interesantes de la utilización de este elemento decorativo está en la Mezquita de Tinmal.

Se seguirá prefiriendo el ladrillo a la piedra y se empleará el arco de herradura apuntado o polilobulado. Se generaliza la utilización del mocárabe, especialmente en las cubiertas. El alminar es un elemento que cobra un gran protagonismo, como lo demuestran los alminares de la Mezquita de la Kutubiyya, en Marraquesh y la Mezquita de Hassan, en Rabat. En ambos casos la decoración incluye piezas de cerámica que aún hoy persisten parcialmente. En España poseemos un excepcional minarete: La Giralda. Este alminar formaba parte de la mezquita de Sevilla que fue destruida para la construcción de la Catedral. Es de ladrillo y sus muros están minuciosamente decorados con paño de sebka.

La Giralda. Sevilla

Los almohades construyeron un buen número de fortalezas y muros defensivos que se reforzaban con otra pared anterior más baja llamada barbacana. En estas murallas defensivas, cada cierto espacio se colocaba una torre desde la que se divisaba la llegada del enemigo. Las torres podían estar un poco adelantadas con respecto de la propia muralla y eran denominadas albarranas. De este tipo de torres se conservan ejemplos en las ciudades de Cáceres y Badajoz. La Torre del Oro (Sevilla) es una construcción octogonal defensiva ubicada en un lugar estratégico (en este caso, servía para cerrar con cadenas la entrada de la ciudad a través del río). La torre era denominada "del oro" por estar revestida de azulejos que producían destellos dorados con el reflejo del sol.

 En el Alcázar de Sevilla es posible que existieran algunas partes como el Patio del Yeso, realizadas en época almohade, pero esto es muy difícil asegurarlo por las numerosas intervenciones y transformaciones que ha conocido.

Patio del Yeso. Alcázar de Sevilla

Paño de Sebka
Se trata de una retícula de rombos, de trazos mixtilíneos y lobulados que recubre las superficies enmascarándolas. Al paño de Sebka se podía añadir cerámica vidriada, lo que le daba mayor vistosidad.


5.5. La arquitectura nazarí


Los nazaritas o nazaríes fueron los últimos representantes del poder del Islam en la península Ibérica. Se establecieron en la península en el año 1237 y desaparecieron en 1492, cuando los Reyes Católicos los expulsaron de Castilla junto a los judíos. El reino nazarí se funda cuando los musulmanes de Arjona, localidad próxima a Jaén, proclaman sultán a Muhammad Ibn Nasr Ibn al-Ahmar. Éste toma Granada en 1237 convirtiéndola en la capital de su sultanato y erige, precisamente allí, un bello palacio: La Alhambra.

En la arquitectura nazarí la mezquita pierde gran parte de su importancia y se ve desplazada por el palacio. Los palacios nazaritas son sobrios y aparentemente pobres en el exterior, pero enmascaran interiores de una riqueza decorativa insuperable. Se suelen organizar en torno a un patio en el que generalmente existe un estanque o alberca, ligado al concepto de jardín coránico, en el que se refleja el cielo y el edificio. Se escucha el rumor del agua que discurre por las canalizaciones y fuentes. Abunda la vegetación y especialmente las plantas aromáticas como el mirto, elementos éstos que nos remiten al paraíso coránico. Como podemos observar, se trata de crear un universo particular en el que se integra la naturaleza con la arquitectura y en el que se persigue el goce de los sentidos.

Patio de los Arrayanes. Alhambra de Granada

Los materiales constructivos son de manera general bastante pobres. Se emplea frecuentemente el arco tumido ligeramente peraltado. Hay gran diversidad de sistemas de cubrición: se recurre a todos los que se han venido utilizando hasta ese momento. La columna suele ser de mármol y tiene plinto y basa. El capitel nazarí es absolutamente original: el primer cuerpo es cilíndrico con una cinta y el segundo es cuadrado y decorado con elementos vegetales que tienden a la esquematización.

La decoración es el punto fuerte del arte  nazarita. Gracias a ella se enmascara la pobreza del material con el que se construyen los edificios. La decoración epigráfica suele ser tanto cúfica como nesjí. Las inscripciones son bastante frecuentes y tienen dos significados: puede ser de carácter divulgativo y entonces nos aportan datos sobre el autor de algún elemento o el personaje que ha mandado construir esta obra o bien son textos poéticos que enfatizan la función de la arquitectura. Se recurre también al alicatado que repite formas geométricas, las yeserías y la madera (se policroman algunos de estos materiales en rojo, negro, azul, verde, oro, etc.).

El Generalife es una de las obras que mejor ilustran lo que fue el arte nazarita. Era un inmenso palacio construido en dos terrazas y dotado de múltiples servicios. En el centro se situaba el Patio de la Acequia con una bella escalera de agua rodeada de vegetación. De similares características es la Alhambra, realizada durante el reinado de Yusuf I, en el que la vida de los reyes nazaritas discurría con absoluta tranquilidad gracias a su carácter de fortaleza y a la que dedicaremos un estudio monográfico al final de este mismo tema.

El Generalife. Granada

Alicatado
Se dice de la cerámica que se corta con diferentes formas, generalmente geométricas llamadas aliceres, para recubrir los muros. El origen de esta técnica podría ser persa.



6. OTRAS MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS MUSULMANAS

Reducir el arte islámico a la arquitectura es limitarlo demasiado. Por ello no podemos dar por finalizada esta referencia sin aludir, al menos, a otras manifestaciones artísticas que los musulmanes desarrollaron con gran maestría.

Los marfiles son un importante capítulo de las "artes menores" musulmanas. Muchos de ellos fueron conservados por los cristianos, que los utilizaban para transportar y albergar reliquias o bien como regalo para las catedrales.

En España se guarda un importante número de ellas de gran calidad. En el período califal cordobés se ejecutó el Bote de Zamora (964), y la arqueta de Fitero (Navarra), que se atribuyen a un maestro llamado Halaf cuyas obras se caracterizan por una talla carnosa y profunda.

El Bote de Zamora. Museo Arqueológico Nacional. Madrid

En cuanto a los materiales, conservamos aguamaniles, que son piezas de bronce con formas de animales que servían como boca para los surtidores de las fuentes. Solían estar decorados con círculos trazados a buril (Aguamanil de Monzón de Campos, Palencia).

Ciervo de bronce del siglo X. Museo Arqueológico. Córdoba

También existe un importante número de tejidos conservados, al igual que los marfiles, por los cristianos. Algunos se emplearon para revestir las arquetas relicarias.

El taller en el que se fabricaban se llamaba tiraz y, por extensión, era el nombre que recibían los tejidos allí realizados. Entre éstos destaca el almaizar, banda con que se envolvía la cabeza a modo de turbante. Se conserva un fragmento del de Hixam II. También se sabe que algunos se bordaban con hilos de oro y que en ocasiones muy especiales, eran regalados a príncipes extranjeros.

La cerámica tuvo una gran importancia y gozó de gran fama en su tiempo, especialmente la de reflejo metálico.

Lo mismo sucedió con el cristal de roca que era tallado por los Fatimitas. Se hacían jarras de una sola asa sobre un pie de plata decoradas con luchas de animales. Se conservan algunas en los tesoros catedralicios (catedral de Astorga).



Existen tan sólo tres motivos básicos. El primero es el epigráfico, usado exclusivamente en pequeñas cartelas o largas bandas [...]. El segundo motivo es vegetal, y consiste en derivados de la piña, del acanto y de la palmeta; en conjunto se trata de un vocabulario muy empobrecido y limitado [...] lo que resulta especialmente curioso si tenemos en cuenta el papel tan importante que jardines y plantas desempeñaban en la Alhambra. El tercer motivo es geométrico y aparece por sí solo, como sucede en la mayoría de los paneles de azulejos, y también como principio rector de la mayoría de los diseños con elementos vegetales. En estos dos últimos casos, el objetivo principal de la ornamentación era cubrir toda la superficie de un papel.

(GRABAR, OLEG. La Alhambra: iconografía, formas y valores, 1980)


LA ALHAMBRA DE GRANADA

La Alhambra, término de origen árabe que significa "la roja", se extiende a los pies de Sierra Nevada. Un espacio para la familia real y sus asistentes, exquisitamente diseñado, en el que el lujo y la sensualidad son las notas fundamentales. Todo el conjunto está rodeado por una muralla de 23 torres. El primer palacio del complejo conjunto que forma la Alhambra es el Palacio del Partal, término árabe que significa pórtico. En él, lógicamente, encontramos un pórtico de cinco arcos asentado en la muralla norte, delante del cual se construyó una alberca en la que se refleja el edificio. A través de él podemos llegar a una torre, llamada de las Damas, desde la que se tiene una magnífica vista panorámica. Entre 1032 y 1309 se erigió una mezquita del viernes en el mismo lugar en el que hoy se encuentra la iglesia de Santa María.

A la edilicia del sultán Ismail se le atribuyen el Mexuar y los baños reales. Estos últimos se sitúan al este del patio de la Alberca o de los Arrayanes frente al que se encuentra la magnífica Torre de Comares y tiene bastantes similitudes con el Bañuelo, del que ya hemos hablado y que se realizó en Granada durante el período taifa. En los baños se pueden distinguir perfectamente tres áreas diferentes: la sala de las camas, las salas calientes y las dependencias en las que se guardaba la leña y los hornos que se empleaban para calentar el agua. Al oeste del patio de la Alberca o de los Arrayanes se encuentra el Mexuar, una estancia cuadrada sobre cuatro columnas con capiteles de procedencia almohade que se comunicaba con otros cuatro espacios cuadrados, en las que se reunían los visires y el consejo de ministros.

Las principales construcciones de la Alhambra, es decir, aquellas por las que es más conocida, se deben a Yusuf I y Muhamad V. Al lado del Mexuar encontramos el Patio Dorado o patio de Mexuar que da paso al Cuarto Dorado, decorado con fina loza, yeso y madera en toda su superficie.

Bóveda de la sala de dos Hermanas. La Alhambra

Yusuf I mandó hacer la puerta de la Justicia y la torre de Comares, entre otras cosas, y además efectuó remodelaciones en algunas partes del palacio. La Puerta de la Justicia ha podido ser datada gracias a una descripción que nos informa de que fue realizada en 1348. La Torre de Comares se construyó para conmemorar la derrota de los cristianos en Algeciras. Esta maciza torre alberga el Salón de los Embajadores, en el que se dice que Muhamad IX recibió a los embajadores de Juan II. No es por tanto, un lugar de residencia sino un espacio en el que se desarrollaban las recepciones oficiales. La cubierta de la Torre de Comares debe ser considerada como un auténtico hito de la marquetería monumental del siglo XIV que hace referencia a los siete cielos, tantas veces descritos en la literatura escatológica musulmana. 

Delante de la Torre de Comares se sitúa la Sala de la Barca (del árabe baraka, bendición) y delante de ésta, el Patio de los Arrayanes o de la Alberca. Se denomina de los Arrayanes porque éste es el tipo de vegetación que predomina en él. Allí existe una gran alberca, en la que se refleja la fachada de la Torre de Comares precedida por un pórtico de siete arcos, que ocupa casi todo el espacio del patio.

Obra de Muhamad V es el célebre Patio de los Leones. En torno a él, la sala de Dos Hermanas, la de los Reyes y la de los Abencerrajes. El Patio de los Leones recibe su nombre de la fuente, en la que la taza (en ella se puede leer una inscripción sacada de un poema de Ibn Zamrak) está sujeta por doce leones, prestos a defender al sultán. si el Patio de los Arrayanes articula la parte pública, oficial por decirlo de algún modo, el palacio, la zona privada y residencial se organiza en torno al de los Leones: un patio rectangular con dos andenes que se cortan perpendicularmente situándose en medio la fuente con los leones, con sendos canalillos por los que discurre el agua. En este patio las decoraciones geométrica, vegetal y caligráfica menudísima se funden hasta hacerse muy difíciles de discernir. 

A continuación encontramos la Sala de Dos Hermanas que nos lleva a un amplio recinto con una alcoba central, el mirador de Lindaraja, desde la que se puede divisar el jardín del mismo nombre. De la Sala de Dos Hermanas llama poderosamente la atención la impresionante cúpula octogonal de mocárabes que se alza sobre una base de ventanas.

La Sala de los Abencerrajes (también cubierta con una cúpula de mocárabes, en este caso de base estrellada) se utilizaba para la celebración de fiestas durante la época invernal y por último, la de los Reyes se destinaba a los banquetes de verano; en ella se conservan pinturas realizadas durante el siglo XIV en las que, posiblemente, se haya querido representar a los reyes nazaritas.

El mirador de Lindaraja. La Alhambra

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