lunes, 14 de julio de 2014

El arte islámico

No podríamos entender ni apreciar el arte islámico si no conocemos la religión musulmana, que condiciona indiscutiblemente el sentido y el desarrollo de sus formas artísticas. La amplia y rápida extensión territorial de la religión islámica, dado su marcado carácter proselitista, les permitió conocer las diferentes culturas, de las que tomará diversos elementos que irán engrosando su bagaje cultural, hasta fundirse para dar origen a un estilo propio e inconfundible. Esto se produce sobre todo en el área de la arquitectura, puesto que la escultura y la pintura apenas experimentaron desarrollo alguno, dada la prohibición de representar la figura humana. En este sentido la decoración geométrica, vegetal o epigráfica, que ornamenta las construcciones musulmanas, tendrán una marcada tendencia a la abstracción.

En España, las muestras de arte islámico son verdaderamente excepcionales e influirán durante mucho tiempo en las manifestaciones artísticas cristianas, no sólo contemporáneas sino también posteriores, por lo que merecen, dentro del estudio de esta época, un análisis pormenorizado.

Decoración con alicatados y yeserías de la Sala de la Barca. La Alhambra. Granada


1. LOS ORÍGENES DEL ARTE ISLÁMICO

El término arte islámico engloba la producción artística de todos aquellos países en los que se profesa la religión musulmana. Esta religión nace en torno a una figura fundamental en la Historia de las religiones: Mahoma, quien durante su estancia en la Meca, cuando tenía aproximadamente cuarenta años, comienza a tener revelaciones del ángel Gabriel.

En el año 622 se produce su huida desde la Meca a la Medina (la Hégira), momento que se ha tomado como punto de partida para la datación de la era islámica.

Las revelaciones de Alá se recogen en el Corán, compendio de todos los preceptos musulmanes. A la muerte de Mahoma se inicia la difusión de esta religión, sobre todo gracias a la Guerra Santa como mecanismo, no sólo para someter otros pueblos y territorios, sino también para inculcarles estos preceptos. Esto les puso en contacto con diferentes pueblos de los que van a ir absorbiendo sus principales rasgos y características culturales.

De esta manera, el arte musulmán es un reflejo de sus ideas religiosas y una síntesis de las manifestaciones artísticas romana, mesopotámica, persa, bizantina y bárbara.

Este hecho enriquece sus manifestaciones culturales haciéndolas verdaderamente complejas y al mismo tiempo fascinantes, puesto que se parte de tradiciones artísticas anteriores para llegar a un arte genuinamente musulmán.

La kaaba en la ciudad sagrada del Islam

Mahoma
Nació en la Meca en el año 570 en el seno de una familia de situación social desahogada que se dedicaba al comercio caravanero. Entre los años 610 y 632 recibió diversas revelaciones que, una vez muerto Mahoma, fueron puestas por escrito en el Corán.


2. PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DEL ARTE ISLÁMICO

Al igual que el judío, el arte islámico se fundamenta en la prohibición de representar la figura humana, lo cual constituyó un serio obstáculo para la escultura y la pintura y convirtió a la arquitectura en la más destacada de las artes. Se trata de una prohibición bastante posterior a Mahoma que no se formula en el Corán. Es posible que se deba a la creencia de que si se representaba un ser humano se le podía infundir aliento vital. Esa norma será infringida en muy pocas ocasiones. Aunque la escultura y la pintura no disfrutaron de un gran desarrollo, sí lo tuvieron las artes suntuarias, ya que los musulmanes fueron verdaderos expertos del marfil, la cerámica o el cristal de roca como veremos más adelante.

Los edificios musulmanes raramente son de piedra, se prefiere la mampostería y el ladrillo y todos aquellos materiales pobres que más tarde serán revestidos con yeso.

El soporte más utilizado es el pilar de ladrillo y la columna reaprovechada. También será frecuente encontrar columnas con capiteles cuyas formas imitan a los de procedencia clásica, aunque bastante más toscos y simplificados.

El arco más repetido es el apuntado en las escuelas es el apuntado en las escuelas orientales y el de herradura en Occidente. A partir del siglo X se generaliza el uso del arco de herradura apuntado, el arco polilobulado, el arco mixtilíneo, arcos entrecruzados y de mocárabes.

Las cubiertas en las primeras mezquitas van a ser simples techumbres hechas de madera, pero el contacto con el mundo occidental hará que se adopten nuevos mecanismos de cubrición como la bóveda de cañón, de crucería, esquifada, gallonada, calada, etc.

La decoración es uno de los puntos fuertes del arte islámico. Se caracteriza por el gusto por la exuberancia y la variedad:
  • Geométrica: este tipo de elementos decorativos no suelen ordenarse alrededor de un punto central, sino que se forman series que se extienden interminablemente. Es muy común la lacería.
Zócalo de cerámica nazarí del cuarto de Santo Domingo. La Alhambra
  • Vegetal: será frecuente encontrar pequeñas hojas que recubren las superficies, especialmente el ataurique, inspirado en la hoja de acanto aunque más estilizada.
  • Epigráfica: aquí distinguimos dos tipos: la cúfica y la nesjí. La cúfica posee trazos alargados y angulosos y la segunda redondeados.
  • Los mocárabes: son prismas que penden de una superficie y se estrechan hacia la parte inferior. Parecen estalactitas o ramilletes de ellas.
Yeserías mocárabes de la Alhambra de Granada

La principal expresión de la arquitectura islámica es la mezquita, que tiene la función de servir de sitio de reunión de los fieles para orar cinco veces al día y que no es el lugar en el que reside la divinidad como sucede en el templo cristiano. Están formadas por:
  • Un gran patio (sahn) en el que se ubica una fuente para hacer las abluciones (sabil).
  • En uno de los lados está el alminar o minarete, torre desde la que el almuédano llama a la oración.
  • En el interior de la mezquita encontramos una sala de oración (haram) una de cuyas paredes (quibla) está orientada hacia la Meca. En ella existe un nicho (mihrab), de la misma manera que también existe un espacio destacado en la iglesia cristiana y en la sinagoga judía. Mahoma se sentaba en una cátedra cuando se reunía con la asamblea; era un sillón elevado por dos escalones. Este asiento pasará a las mezquitas posteriores (mimbar) pero no con dos escalones, sino con seis. Simbolizaba la unión del poder político y religioso en una sola persona.
Este modelo que hemos descrito corresponde al de la mezquita hipóstila. Además de ésta existen otros dos tipos, la de planta central con cúpula en medio y la de patio con cuatro iwanes, es decir cuatro salas situadas en los ejes del patio.

Lacería
Ornamentación geométrica formada por líneas entrecruzadas que dan como resultado diferentes figuras poligonales.


3. EL ARTE EN ÉPOCA DE LOS OMEYAS

Con la dinastía de los Omeyas, en la segunda mitad del siglo VII, se traslada la capital de Medina a Damasco. En esta ciudad se construye una grandiosa mezquita, Gran Mezquita de Damasco, en un espacio en el que habían existido construcciones previas, una de ellas un templo cristiano erigido en el lugar en que se encontró la cabeza de san Juan Bautista. En esta mezquita se sientan las bases fundamentales que definen esta tipología arquitectónica: tres naves paralelas al muro de quibla cortadas perpendicularmente por dos hileras de arquerías que forman la nave axial y un patio de importantes dimensiones.

La Cúpula de la Roca en Jerusalén se sitúa en el mismo lugar en que se cree que, según la religión judía, cristiana y musulmana, que Dios impidió que Isaac fuese sacrificado por Abraham. En este caso, la planta es un octógono que se cubre con una cúpula de grandes dimensiones. El interior está decorado con bellos mosaicos de diferentes cronologías. La comparación con San Vital de Rávena surge inmediatamente. También se puede establecer un paralelismo con la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén.

La mezquita de la Cúpula de la Roca. Jerusalén

Interior de la mezquita de la Cúpula de la Roca. Jerusalén

Los omeyas construyeron hermosos palacios de los que tan sólo nos quedan ruinas en medio del desierto de Siria. Es posible que la inspiración para su construcción estuviese en las grandes residencias señoriales bizantinas. El aspecto exterior de la mayoría de ellos es de grandes fortalezas preparadas ante cualquier ataque, mientras que en el interior estaban dotados de grandes salas de recepción, habitaciones y baños. La decoración es otro aspecto de la arquitectura palaciega islámica. En algunos de ellos todavía tenemos restos de pinturas murales y paneles de estuco con cabezas y elementos vegetales.

Castillo de Qusayr Amra. Jordania

Pinturas del interior del Castillo de Qusayr Amra. Jordania

El arte de la arquitectura es el primero y el más antiguo de las civilizaciones sedentarias. Es la ciencia de cómo realizar casas y moradas para que sirvan de abrigo y cobijo. Esto se debe a que el hombre tiene una disposición natural a reflexionar acerca de los efectos de las cosas.
Ibn Jaldun


4. EL ARTE DE LOS ABBASÍES

A mediados del siglo VIII estalla una rebelión contra los Omeyas, conspiración que se había tramado en el Khorasan. De este levantamiento los Abbasíes salieron victoriosos, por lo que se establecerán al frente de este vasto imperio desde el año 750 al 1050. La primera medida que toman es la de trasladar la capital a Bagdad en el año 762. Bagdad era una ciudad circular de cuatro puertas en cuyo interior se ubicaban los bazares, las viviendas, el palacio y la mezquita.

En la ciudad de Samarra, capital fundada por al-Mutasin en el año 836, se construyó una importante mezquita junto al palacio de la que se conserva poco más que un curioso alminar helicoidal que recuerda a los primitivos zigurats mesopotámicos.

En torno a los siglos IX y X se independiza del poder hereditario una serie de dinastías que, si bien reconocen el poder abbasí, se distancian de él y adquieren una cierta libertad, hecho que demuestra el carácter relativamente tolerante de la política abbasí. De esta manera, aunque el punto de partida artístico es el arte abbasí, éste se irá adaptando a las características particulares de cada región. Así aparecen en escena los Samaníes, Tuluníes y Aglabíes.

Los Samaníes construyeron la tumba de Ismail en Bokhara, una obra interesante y curiosa por la escasez de restos que nos quedan de este momento. Se trata de un pabellón cuadrado cubierto con cúpula sobre trompas.

En Egipto surgen los Tuluníes a finales del siglo IX. Una de las primeras obras que realizaron fue la mezquita de Ibn Tulun, en la que el patio con un pórtico doble en los tres lados es un elemento fundamental. La sala de oración está formada por cinco naves paralelas al muro de la quibla.

Mezquita de Ibn Tulun. El Cairo

Los Aglabíes se sitúan, con cierta autonomía respecto de los abbasíes, en lo que hoy constituye Túnez y parte de Argelia. En la ciudad de Kairuán se construyó una mezquita de tipo hipóstilo antecedida por un sahn. Las naves paralelas al muro de la quibla son cortadas perpendicularmente por otra que se remarca en altura y que es comparable a la nave central de una iglesia cristiana.


5. EL ARTE ISLÁMICO ESPAÑOL

5.1. El califato cordobés

En el año 711 los musulmanes llegan a España aprovechando el momento de serio deterioro del poder visigodo. La capital definitiva se establece en Córdoba, que se convertirá en una de las ciudades con mayor esplendor y riqueza cultural del momento. En el 755 llega a la Península Abd al-Rahman I, único omeya que se había salvado de las matanzas y las persecuciones de los abbasíes. Éste, en el siglo VIII, funda el emirato de Córdoba, que en el siglo X se convertirá en califato. Las tres obras más importantes de este momento son la Mezquita de Córdoba, el palacio de Medina Azahara y la Mezquita de Bab-al-Mardum.

La Mezquita de Córdoba, obra cumbre del arte califal, representa la fusión de los elementos islámicos y los procedentes de la tradición artística de nuestro país, especialmente del arte visigodo y del romano. De los visigodos aprenden a utilizar el arco de herradura, aunque con un peralte mayor. Los romanos, a su vez, fueron una importante fuente de inspiración para los musulmanes en múltiples aspectos. Del Acueducto de los Milagros, en Mérida, se aprendió a combinar piedra y ladrillo, lo cual introduce un juego cromático en la arquitectura. Abd-al-Rahman I mandó construir la mezquita sobre una antigua iglesia visigoda, la de San Vicente, de la que se reaprovecharon varios elementos como los fustes de las columnas, que a su vez podrían ser de origen romano. La mezquita tenía once naves perpendiculares al muro de la quibla. Para conseguir un espacio luminoso se colocan sobre los arcos de herradura pilares que sujetan arcos de medio punto y elevan considerablemente la cubierta. De su sucesor, Hixem I, apenas se conocen intervenciones en la mezquita.

Interior de la Mezquita de Córdoba

Vista aérea de la Mezquita de Córdoba

Con Abd-el-Rahman II se llevaron a cabo algunas remodelaciones en la mezquita, por un lado amplían ocho tramos hacia el sur la sala de oración, para lo cual se debió derribar el muro de la quibla. Además, se realizaron nuevos capiteles y se decoraron profusamente algunas de las puertas. Abd al-Rahman III concentró sus intervenciones en la ampliación del patio y la erección de un alminar.

El gobierno de Al-Hakam II responde a un momento de poder económico que permitió la realización de grandes obras en la mezquita. En el año 916 ordenó que se ampliase hacia el sur, lo cual suponía volver a tirar el muro de la quibla y construir uno nuevo. En la nave anterior al muro de la quibla se crearon arcos polilobulados y una bella cúpula delante del mihrab formada por arcos que se entrecruzan dejando un espacio en el que se colocó una cupulilla gallonada, así como capiteles, esta vez plenamente musulmanes, alejados de la tradición clásica y de las influencias visigodas. El arco de la fachada del mihrab es de herradura y está enmarcado por un doble alfiz. El mosaico es el elemento que se utilizó para decorar tanto el exterior del mihrab como para revestir el interior y la cúpula que antecede al mismo y nos señala que nos encontramos ante un lugar de especial importancia dentro de la mezquita. Estos mosaicos fueron realizados por artistas bizantinos traídos a Córdoba para este fin. A esto hay que sumar las placas de mármol que recubrían algunas superficies y las exuberantes decoraciones vegetales y epigráficas.

Mihrab de la Mezquita de Córdoba

Maqsura frente al mihrab de la Mezquita de Córdoba decorada con mosaicos bizantinos

El Palacio de Medina Azahara fue construido en el año 936 por Abd al-Rahman III al norte de Córdoba (se cree que lo mandó hacer para su favorita). Era un impresionante palacio del que lamentablemente se conserva bastante poco y que conocemos gracias a los relatos que nos hablan de fastuosas fiestas y grandes recepciones para los embajadores extranjeros. Debido a la pendiente del terreno elegido, se debió organizar en tres terrazas superpuestas. En su interior se albergaban la mezquita, los baños, los jardines públicos y las estancias para la familia real. Uno de los espacios más interesantes era el Salón Rico, del que sabemos que estaba fastuosamente decorado.

Salón Rico de Medina Azahara. Córdoba

La Mezquita de Bab-al-Mardum (Toledo), más tarde denominada iglesia del Cristo de la Luz al ser cristianizada en el siglo XII, es un pequeño espacio cuadrado dividido por cuatro columnas que sustentan los arcos de herradura. El espacio queda, por tanto, fragmentado en nueve cuadrados cubiertos con cúpulas de tipo cordobés, todas ellas diferentes entre sí. Para su construcción se emplearon elementos reaprovechados procedentes de edificios romanos y visigodos.

Mezquita de Bab-al-Mardum. Toledo

Alfiz
Se trata de una moldura que, a modo de dintel, enmarca un arco. En principio es característico de la arquitectura musulmana, pero más tarde y por influencia de ésta, aparecerá en otras manifestaciones artísticas.


5.2. Los reinos de taifas

Tras este momento de esplendor cordobés se produce la ruptura que se materializa en la disgregación del poder musulmán en numerosos reinos llamados reinos de taifas (1031-1091): pequeñas ciudades-estado, algunas de las cuales eran verdaderamente minúsculas, basadas por lo general en regímenes monárquicos. Como sucede tantas veces a lo largo de la Historia del Arte, la pobreza material correspondiente a la pobreza económica, se enmascara bajo ingeniosos y barrocos elementos decorativos que revisten las superficies de los edificios dando una apariencia externa de fastuosidad y lujo que no se corresponde en absoluto con la realidad.

Uno de los ejemplos más interesantes que nos queda de la arquitectura taifa es la Aljafería de Zaragoza, ciudad en la que se estableció una de las más importantes dinastías. Este edificio ha estado sometido a múltiples avatares a lo largo del tiempo. La puerta de acceso está flanqueada por dos torreones que recuerdan a los de las fortalezas de los Omeyas. En el interior encontramos ricas arquerías con arcos de muy diferentes tipos: polilobulados, mixtilíneos, de herradura, apuntados, etc. Junto a Zaragoza tuvieron cierta importancia Toledo, Málaga y Granada, ciudades en las que se construyen alcazabas.

Oratorio de la Aljafería. Zaragoza

Durante estos años se construyeron baños de los que conservamos El Bañuelo, junto al río Darro (Granada). Tiene una planta rectangular a la que se accede gracias a un pequeño patio provisto de una alberca que comunica con el vestuario. A continuación, se pasa al tepidarium, frigidarium y caldarium, como también sucedía en las termas romanas.

El Bañuelo. Granada

Alcazabas
Espacios fortificados que cumplían una función defensiva en un momento de tanta inseguridad.


5.3. Los almorávides y su arquitectura


Los almorávides son, en realidad, un pueblo bereber que dominaba el Magreb que llega a la península Ibérica aprovechando la debilidad de los reinos taifas. La arquitectura almorávide se caracterizó por lo siguiente:
  • Prefirió la utilización del ladrillo para realizar pilares que van a sustituir a las columnas. El ladrillo se revestía de yeso, como ya habíamos visto durante el período taifa.
  • Se multiplican los tipos de arco empleados. En un principio se emplean arcos de herradura y apuntados, y después los mixtilíneos y los polilobulados.
  • Será frecuente encontrar bóvedas de nervios que se entrecruzan dibujando un polígono en medio o incluso con la plementería calada, como podemos ver en Tlemecén. Este tipo de cubiertas influirá en el arte hispano del siglo XV.
  • Se incorpora el mocárabe al repertorio decorativo. Éste había nacido en Oriente y los almorávides fueron quienes lo trajeron a Occidente.
Las mezquitas de Tlemecen, Argel y Fez (esta última posee una hermosa cúpula de mocárabes entre los que se intercalan algunas veneras) constituyen algunas de las aportaciones artísticas más importantes de los almorávides. En España los ejemplos más representativos de esta arquitectura son el Castillejo de Monteagudo en Murcia y la cúpula de una de las casas del Patio de banderas del Alcázar de Sevilla.


5.4. La arquitectura almohade


Ibn Tumart era un bereber que fundó una nueva doctrina religiosa dentro del Islam y eligió la ciudad de Tinmal como centro de sus predicaciones. Allí precisamente tuvo lugar la edificación de la primera mezquita almohade. En 1153 los almohades llegan a la Península y eligen la ciudad de Sevilla para establecerse; de hecho es la ciudad en que más restos arquitectónicos almohades se conservan. La arquitectura almohade no aporta grandes novedades a lo que ya hemos visto, lo que sí se produce es una mayor sobriedad en el uso de la decoración como consecuencia lógica de su rigor y rigidez religiosa. Al amplio elenco de elementos decorativos que hemos ido viendo, los almohades aportan uno nuevo: el paño de sebka. Uno de los ejemplos más interesantes de la utilización de este elemento decorativo está en la Mezquita de Tinmal.

Se seguirá prefiriendo el ladrillo a la piedra y se empleará el arco de herradura apuntado o polilobulado. Se generaliza la utilización del mocárabe, especialmente en las cubiertas. El alminar es un elemento que cobra un gran protagonismo, como lo demuestran los alminares de la Mezquita de la Kutubiyya, en Marraquesh y la Mezquita de Hassan, en Rabat. En ambos casos la decoración incluye piezas de cerámica que aún hoy persisten parcialmente. En España poseemos un excepcional minarete: La Giralda. Este alminar formaba parte de la mezquita de Sevilla que fue destruida para la construcción de la Catedral. Es de ladrillo y sus muros están minuciosamente decorados con paño de sebka.

La Giralda. Sevilla

Los almohades construyeron un buen número de fortalezas y muros defensivos que se reforzaban con otra pared anterior más baja llamada barbacana. En estas murallas defensivas, cada cierto espacio se colocaba una torre desde la que se divisaba la llegada del enemigo. Las torres podían estar un poco adelantadas con respecto de la propia muralla y eran denominadas albarranas. De este tipo de torres se conservan ejemplos en las ciudades de Cáceres y Badajoz. La Torre del Oro (Sevilla) es una construcción octogonal defensiva ubicada en un lugar estratégico (en este caso, servía para cerrar con cadenas la entrada de la ciudad a través del río). La torre era denominada "del oro" por estar revestida de azulejos que producían destellos dorados con el reflejo del sol.

 En el Alcázar de Sevilla es posible que existieran algunas partes como el Patio del Yeso, realizadas en época almohade, pero esto es muy difícil asegurarlo por las numerosas intervenciones y transformaciones que ha conocido.

Patio del Yeso. Alcázar de Sevilla

Paño de Sebka
Se trata de una retícula de rombos, de trazos mixtilíneos y lobulados que recubre las superficies enmascarándolas. Al paño de Sebka se podía añadir cerámica vidriada, lo que le daba mayor vistosidad.


5.5. La arquitectura nazarí


Los nazaritas o nazaríes fueron los últimos representantes del poder del Islam en la península Ibérica. Se establecieron en la península en el año 1237 y desaparecieron en 1492, cuando los Reyes Católicos los expulsaron de Castilla junto a los judíos. El reino nazarí se funda cuando los musulmanes de Arjona, localidad próxima a Jaén, proclaman sultán a Muhammad Ibn Nasr Ibn al-Ahmar. Éste toma Granada en 1237 convirtiéndola en la capital de su sultanato y erige, precisamente allí, un bello palacio: La Alhambra.

En la arquitectura nazarí la mezquita pierde gran parte de su importancia y se ve desplazada por el palacio. Los palacios nazaritas son sobrios y aparentemente pobres en el exterior, pero enmascaran interiores de una riqueza decorativa insuperable. Se suelen organizar en torno a un patio en el que generalmente existe un estanque o alberca, ligado al concepto de jardín coránico, en el que se refleja el cielo y el edificio. Se escucha el rumor del agua que discurre por las canalizaciones y fuentes. Abunda la vegetación y especialmente las plantas aromáticas como el mirto, elementos éstos que nos remiten al paraíso coránico. Como podemos observar, se trata de crear un universo particular en el que se integra la naturaleza con la arquitectura y en el que se persigue el goce de los sentidos.

Patio de los Arrayanes. Alhambra de Granada

Los materiales constructivos son de manera general bastante pobres. Se emplea frecuentemente el arco tumido ligeramente peraltado. Hay gran diversidad de sistemas de cubrición: se recurre a todos los que se han venido utilizando hasta ese momento. La columna suele ser de mármol y tiene plinto y basa. El capitel nazarí es absolutamente original: el primer cuerpo es cilíndrico con una cinta y el segundo es cuadrado y decorado con elementos vegetales que tienden a la esquematización.

La decoración es el punto fuerte del arte  nazarita. Gracias a ella se enmascara la pobreza del material con el que se construyen los edificios. La decoración epigráfica suele ser tanto cúfica como nesjí. Las inscripciones son bastante frecuentes y tienen dos significados: puede ser de carácter divulgativo y entonces nos aportan datos sobre el autor de algún elemento o el personaje que ha mandado construir esta obra o bien son textos poéticos que enfatizan la función de la arquitectura. Se recurre también al alicatado que repite formas geométricas, las yeserías y la madera (se policroman algunos de estos materiales en rojo, negro, azul, verde, oro, etc.).

El Generalife es una de las obras que mejor ilustran lo que fue el arte nazarita. Era un inmenso palacio construido en dos terrazas y dotado de múltiples servicios. En el centro se situaba el Patio de la Acequia con una bella escalera de agua rodeada de vegetación. De similares características es la Alhambra, realizada durante el reinado de Yusuf I, en el que la vida de los reyes nazaritas discurría con absoluta tranquilidad gracias a su carácter de fortaleza y a la que dedicaremos un estudio monográfico al final de este mismo tema.

El Generalife. Granada

Alicatado
Se dice de la cerámica que se corta con diferentes formas, generalmente geométricas llamadas aliceres, para recubrir los muros. El origen de esta técnica podría ser persa.



6. OTRAS MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS MUSULMANAS

Reducir el arte islámico a la arquitectura es limitarlo demasiado. Por ello no podemos dar por finalizada esta referencia sin aludir, al menos, a otras manifestaciones artísticas que los musulmanes desarrollaron con gran maestría.

Los marfiles son un importante capítulo de las "artes menores" musulmanas. Muchos de ellos fueron conservados por los cristianos, que los utilizaban para transportar y albergar reliquias o bien como regalo para las catedrales.

En España se guarda un importante número de ellas de gran calidad. En el período califal cordobés se ejecutó el Bote de Zamora (964), y la arqueta de Fitero (Navarra), que se atribuyen a un maestro llamado Halaf cuyas obras se caracterizan por una talla carnosa y profunda.

El Bote de Zamora. Museo Arqueológico Nacional. Madrid

En cuanto a los materiales, conservamos aguamaniles, que son piezas de bronce con formas de animales que servían como boca para los surtidores de las fuentes. Solían estar decorados con círculos trazados a buril (Aguamanil de Monzón de Campos, Palencia).

Ciervo de bronce del siglo X. Museo Arqueológico. Córdoba

También existe un importante número de tejidos conservados, al igual que los marfiles, por los cristianos. Algunos se emplearon para revestir las arquetas relicarias.

El taller en el que se fabricaban se llamaba tiraz y, por extensión, era el nombre que recibían los tejidos allí realizados. Entre éstos destaca el almaizar, banda con que se envolvía la cabeza a modo de turbante. Se conserva un fragmento del de Hixam II. También se sabe que algunos se bordaban con hilos de oro y que en ocasiones muy especiales, eran regalados a príncipes extranjeros.

La cerámica tuvo una gran importancia y gozó de gran fama en su tiempo, especialmente la de reflejo metálico.

Lo mismo sucedió con el cristal de roca que era tallado por los Fatimitas. Se hacían jarras de una sola asa sobre un pie de plata decoradas con luchas de animales. Se conservan algunas en los tesoros catedralicios (catedral de Astorga).



Existen tan sólo tres motivos básicos. El primero es el epigráfico, usado exclusivamente en pequeñas cartelas o largas bandas [...]. El segundo motivo es vegetal, y consiste en derivados de la piña, del acanto y de la palmeta; en conjunto se trata de un vocabulario muy empobrecido y limitado [...] lo que resulta especialmente curioso si tenemos en cuenta el papel tan importante que jardines y plantas desempeñaban en la Alhambra. El tercer motivo es geométrico y aparece por sí solo, como sucede en la mayoría de los paneles de azulejos, y también como principio rector de la mayoría de los diseños con elementos vegetales. En estos dos últimos casos, el objetivo principal de la ornamentación era cubrir toda la superficie de un papel.

(GRABAR, OLEG. La Alhambra: iconografía, formas y valores, 1980)


LA ALHAMBRA DE GRANADA

La Alhambra, término de origen árabe que significa "la roja", se extiende a los pies de Sierra Nevada. Un espacio para la familia real y sus asistentes, exquisitamente diseñado, en el que el lujo y la sensualidad son las notas fundamentales. Todo el conjunto está rodeado por una muralla de 23 torres. El primer palacio del complejo conjunto que forma la Alhambra es el Palacio del Partal, término árabe que significa pórtico. En él, lógicamente, encontramos un pórtico de cinco arcos asentado en la muralla norte, delante del cual se construyó una alberca en la que se refleja el edificio. A través de él podemos llegar a una torre, llamada de las Damas, desde la que se tiene una magnífica vista panorámica. Entre 1032 y 1309 se erigió una mezquita del viernes en el mismo lugar en el que hoy se encuentra la iglesia de Santa María.

A la edilicia del sultán Ismail se le atribuyen el Mexuar y los baños reales. Estos últimos se sitúan al este del patio de la Alberca o de los Arrayanes frente al que se encuentra la magnífica Torre de Comares y tiene bastantes similitudes con el Bañuelo, del que ya hemos hablado y que se realizó en Granada durante el período taifa. En los baños se pueden distinguir perfectamente tres áreas diferentes: la sala de las camas, las salas calientes y las dependencias en las que se guardaba la leña y los hornos que se empleaban para calentar el agua. Al oeste del patio de la Alberca o de los Arrayanes se encuentra el Mexuar, una estancia cuadrada sobre cuatro columnas con capiteles de procedencia almohade que se comunicaba con otros cuatro espacios cuadrados, en las que se reunían los visires y el consejo de ministros.

Las principales construcciones de la Alhambra, es decir, aquellas por las que es más conocida, se deben a Yusuf I y Muhamad V. Al lado del Mexuar encontramos el Patio Dorado o patio de Mexuar que da paso al Cuarto Dorado, decorado con fina loza, yeso y madera en toda su superficie.

Bóveda de la sala de dos Hermanas. La Alhambra

Yusuf I mandó hacer la puerta de la Justicia y la torre de Comares, entre otras cosas, y además efectuó remodelaciones en algunas partes del palacio. La Puerta de la Justicia ha podido ser datada gracias a una descripción que nos informa de que fue realizada en 1348. La Torre de Comares se construyó para conmemorar la derrota de los cristianos en Algeciras. Esta maciza torre alberga el Salón de los Embajadores, en el que se dice que Muhamad IX recibió a los embajadores de Juan II. No es por tanto, un lugar de residencia sino un espacio en el que se desarrollaban las recepciones oficiales. La cubierta de la Torre de Comares debe ser considerada como un auténtico hito de la marquetería monumental del siglo XIV que hace referencia a los siete cielos, tantas veces descritos en la literatura escatológica musulmana. 

Delante de la Torre de Comares se sitúa la Sala de la Barca (del árabe baraka, bendición) y delante de ésta, el Patio de los Arrayanes o de la Alberca. Se denomina de los Arrayanes porque éste es el tipo de vegetación que predomina en él. Allí existe una gran alberca, en la que se refleja la fachada de la Torre de Comares precedida por un pórtico de siete arcos, que ocupa casi todo el espacio del patio.

Obra de Muhamad V es el célebre Patio de los Leones. En torno a él, la sala de Dos Hermanas, la de los Reyes y la de los Abencerrajes. El Patio de los Leones recibe su nombre de la fuente, en la que la taza (en ella se puede leer una inscripción sacada de un poema de Ibn Zamrak) está sujeta por doce leones, prestos a defender al sultán. si el Patio de los Arrayanes articula la parte pública, oficial por decirlo de algún modo, el palacio, la zona privada y residencial se organiza en torno al de los Leones: un patio rectangular con dos andenes que se cortan perpendicularmente situándose en medio la fuente con los leones, con sendos canalillos por los que discurre el agua. En este patio las decoraciones geométrica, vegetal y caligráfica menudísima se funden hasta hacerse muy difíciles de discernir. 

A continuación encontramos la Sala de Dos Hermanas que nos lleva a un amplio recinto con una alcoba central, el mirador de Lindaraja, desde la que se puede divisar el jardín del mismo nombre. De la Sala de Dos Hermanas llama poderosamente la atención la impresionante cúpula octogonal de mocárabes que se alza sobre una base de ventanas.

La Sala de los Abencerrajes (también cubierta con una cúpula de mocárabes, en este caso de base estrellada) se utilizaba para la celebración de fiestas durante la época invernal y por último, la de los Reyes se destinaba a los banquetes de verano; en ella se conservan pinturas realizadas durante el siglo XIV en las que, posiblemente, se haya querido representar a los reyes nazaritas.

El mirador de Lindaraja. La Alhambra

sábado, 12 de julio de 2014

El arte bizantino

En el 395, la decadencia de Roma impuso la división de aquella vasta extensión territorial que habría de sufrir una escisión en dos imperios: el de Oriente y el de Occidente. El Imperio de Oriente emerge en contraposición al deterioro, la decadencia y a la fragmentación en la que se verá sumido el de Occidente. Bizancio, en el que se funden las aportaciones romanas, griegas y mesopotámicas, se convertirá en un foco esencial de la cultura que ejercerá una influencia vital y deslumbrante sobre el Occidente medieval. El Cristianismo adquiere, gracias a los espacios sólidos y bien definidos de la arquitectura romana, que fue la primera que adoptó el Cristianismo, por espacios dilatados e indefinidos.

En Bizancio se pueden distinguir tres Edades de Oro dentro de las que sobresale, sin lugar a dudas, la primera. Durante este período, encarnado en la figura del emperador Justiniano y de su esposa Teodora, se produce un intenso auge cultural. Sólo los problemas de la iconoclastia y el avance musulmán perturbaron e interrumpieron el desarrollo de este gran imperio.

Mosaico de Justiniano y su séquito. San Vital. Rávena


1. INTRODUCCIÓN AL ARTE BIZANTINO

1.1. Cómo nace el Imperio bizantino

El Imperio romano se había convertido en una estructura inabarcable, cuya supervivencia se hacía cada vez más costosa, por lo que el emperador Teodosio, en el año 395, toma la decisión de dividirlo entre sus dos hijos. A Honorio le da Occidente y a Arcadio, Oriente. Occidente, como ya veremos, termina cayendo en manos de los pueblos bárbaros. A partir del año 476, el único imperio que persiste es el de Oriente, cuya capital, Constantinopla, había sido fundada por Constantino I en el 324. Con este acontecimiento se inicia una civilización que pasará por distintas etapas y que finaliza con la toma de Constantinopla por los turcos en el año 1453. Durante todo el tiempo en que Bizancio se mantenga en pie, ejercerá una gran influencia sobre el arte y el pensamiento occidental. En materia religiosa se presentaron grandes dificultades, puesto que se produjeron luchas religiosas en las que se trataba de establecer la verdadera naturaleza de Cristo: unos afirmaban que era una sola y divina, tal como estableció el papa León I en el concilio de Calcedonia (monofisismo), mientras que otros señalaban que era doble, humana y divina al mismo tiempo (diofisismo).

Constantinopla, por último, era la ciudad de las diversiones. Al lado del palacio sagrado y Santa Sofía, el hipódromo era uno de los centros de la vida, y hasta el siglo XIII las carreras y las funciones de circo constituyeron uno de los más agradables placeres que ofrecía la capital, tanto a los súbditos como a los extranjeros.
C. Diehl

1.2. Cronología del arte bizantino

En la historia y en el arte bizantino distinguimos tres momentos diferentes:
  • Primera Edad de Oro
Comprende los siglos VI y VII. Justiniano es el representante más brillante de este primer período. Gobernó durante cuarenta años y se casó con Teodora, una joven bailarina de gran talento. Gran parte de sus proyectos se llevaron a cabo en Constantinopla, donde realizó un buen número de edificios. Se supo rodear de eficaces consejeros, como Juan de Capadocia, Belisario y Narsés, que fueron capaces de crear un disciplinado ejército. Se preocupó por crear una buena base jurídica para su gobierno: corpus iuris. La pretensión fundamental de este gobernante era unificar las leyes y revitalizar el Derecho Romano. Intervino y controló muchos aspectos de la religión. Podemos afirmar que, en este sentido, se produce una fusión del poder espiritual y el poder temporal, algo que se ha venido denominando cesaropapismo. Durante su gobierno se inició el problema de la querella iconoclasta, en la que se afirmaba que la representación de Cristo, de los santos y la Virgen era una herejía, que obligaba a destruir este tipo de imágenes. En el año 725 el emperador León III Isáurio proclamó el primer edicto en contra de las imágenes.

Mosaico de Teodora. San Vital. Rávena

Mosaico de Justiniano. San Vital. Rávena
  • Segunda Edad de Oro
Se inicia en el siglo IX y finaliza en el siglo XII. En el año 867 sube al trono Basilio I quien funda la dinastía macedónica con la que se produce un resurgir que se ha denominado "renacimiento macedónico". Este momento de esplendor pervive durante los reinados de los Ducas y de los Conmenos, otras dinastías bizantinas. Es, además, un período de expansión territorial en que se reconquista buena parte del espacio perdido anteriormente y se ocupan otros nuevos territorios como Dalmacia en el Adriático, el Danubio, una pequeña parte del sur de Italia y la costa de Siria. En este momento finaliza el problema de las imágenes, cuya raíz se encontraba en el enfrentamiento de dos tradiciones, por un lado, la cultura plástica de los griegos y por otro la de Oriente, más abstracta como ya analiaremos.
  • Tercera Edad de Oro
Va desde finales del siglo XII hasta el año 1453 en que los turcos caen sobre Constantinopla poniendo fin, de este modo, al Imperio bizantino. El trono fue ocupado por la dinastía de los Paleólogos, que fue bastante poco firme y tuvo grandes dificultades para mantenerse hasta el año 1453. Podemos decir que, en realidad, la agonía del imperio se inició doscientos cincuenta años antes de su caída definitiva, cuando la situación económica comienza a agravarse. En el año 1204 el imperio había perdido su capital, las islas y los puertos griegos les habían sido arrebatados por los venecianos. Constantinopla fue reconquistada por Miguel VIII Paleólogo en 1261, para ser perdida definitivamente con la llegada de los turcos. El peso cultural de lo bizantino quedó patente en el arte ruso, búlgaro y yugoslavo, incluso tras la desaparición de este imperio. A todo esto hay que unir las fuertes dimensiones que se produjeron con la jerarquía de la Iglesia Católica y que culminaron en el año 1053 con el cisma de la Iglesia de Oriente, encabezada por Miguel Cerulario, quien fue excomulgado por los legados del Papa León IX el 16 de julio del mismo año, punto de partida de la religión ortodoxa que presenta fuertes diferencias con respecto a la católica.


2. LA ARQUITECTURA BIZANTINA

2.1. Características generales de la arquitectura bizantina

La arquitectura en Bizancio va a ir evolucionando con el paso del tiempo, pero a pesar de ello, es posible señalar algunos rasgos generales que se mantendrán:
  • Las aportaciones arquitectónicas son fruto de profundos estudios científicos aplicados a la construcción y de las influencias del arte romano.
  • Los edificios se construyen con piedra, algunas de ellas son muy ligeras, de consistencia porosa y con ladrillos. Los materiales no tienen por qué ser especialmente ricos puesto que más tarde van a ser revestidos de mármoles y mosaicos. En general, podemos afirmar que los edificios bizantinos son sobrios e incluso pobres en el exterior y deslumbrantes en el interior.
  • La arquitectura bizantina es abovedada. Se emplean pechinas para sostener las cúpulas. Los empujes de las cubiertas se contrarrestan no sólo con contrafuertes sino también con otras bóvedas de medio cañón y con cúpulas, como veremos en casos concretos como la iglesia de Santa Sofía.
Santa Sofía. Estambul
  • Las plantas pueden ser de tipo basilical y central. Las plantas basilicales se cubren con bóvedas. En las de planta central la cúpula puede ir directamente sobre el muro o bien descansar sobre columnas que sirven para crear un espacio anular. En ocasiones se tratará de combinar la planta central con la basilical. 
  • El espacio es entendido de un modo bastante diferente con respecto a la arquitectura romana: frente al espacio estático del arte romano, los bizantinos crean un espacio dinámico y elástico.
El espacio de los edificios religiosos cobra un importante significado que se ha de poner en relación con la celebración de la liturgia. La bóveda se asemeja al cielo en el que resplandecen las estrellas, de la misma manera que resplandecen los mosaicos que la recubrían. Ésta se asienta sobre cuatro arcos que simbolizan los cuatro puntos cardinales sobre una estructura cuadrada, la Tierra. Una iglesia es una pequeña reproducción del cosmos, según nos informa un texto siriaco del siglo VII.
  • La basílica paleocristiana evoluciona dentro del arte bizantino haciéndose más compleja, en ella distinguimos los siguientes elementos: 
-Atrio: es el patio, en su centro encontramos el fial, una especie de fuente con agua bendita. Al fondo del atrio se sitúa la fachada del templo.

-El nártex: es el lugar en el que se situaban los catecúmenos.

-Naos: dentro de la propia iglesia, es el espacio al que tiene acceso el pueblo. En alto, sobre las naves se ubica la tribuna, en la que también se sitúan los fieles. Este elemento tiene origen en el matroneum de las iglesias paleocristianas, en las que se colocaban las mujeres, que eran, de este modo separadas de los hombres, y que evolucionará dando lugar a la tribuna de los edificios románicos.

-Presbiterio: es el lugar reservado al clero. Se separa de las naves a través del iconostasio, integrado por unas placas de piedra o madera llamadas canceles.

-Prótasis y Diacronicum: dos dependencias anexionadas a ambos lados de la cabecera. La primera servía para guardar las especias de la Eucaristía y la segunda era el lugar en que se vestía el sacerdote.
  • Las columnas y los capiteles eran de ricos materiales. Los capiteles suelen ser corintios trabajados a trépano y, en algún que otro caso, de caras planas y formas cúbicas muy depuradas. Sobre ellos se colocaba el cimacio.
  • La decoración es un elemento esencial de la arquitectura bizantina. Sienten verdadera adoración por los colores intensos que pueblan los mosaicos que revisten no los suelos, como se hacía en el arte romano, sino los muros y las cubiertas.
Pechinas
Triángulos curvilíneos que se colocan en la base de la cúpula para establecer la transición de un espacio circular, que es la cúpula, a una planta cuadrada.

Cimacio
Fragmento pétreo con forma de pirámide truncada invertida que se coloca sobre el capitel en los edificios bizantinos. Frecuentemente está decorada. Sirve para dar una mayor elevación, óptica y real, a la estructura arquitectónica.

2.2. La primera Edad de Oro

En Constantinopla durante este primer período se va a acometer un buen número de obras importantes. No sólo se construyen iglesias, sino que también se levantan obras públicas: las murallas de Teodosio o el acueducto de Valente. Las murallas de Teodosio eran dos muros paralelos que debieron de servir para proteger la ciudad, así como un magnífico palacio rodeado de pequeñas construcciones, como si de una pequeña ciudad se tratase.

En este primer período se construyeron, además de la iglesia de Santa Sofía, obra a la que dedicaremos una atención especial, San Sergio y San Baco, la cual fue mandada hacer por Justiniano casi al mismo tiempo que Santa Sofía. De este mismo período es la iglesia de los Santos Apóstoles, inspirada en San Juan de Éfeso, que no se conserva. Su planta es de cruz latina y se cubre con cúpulas, la del centro mayor que las laterales. Santa Irene fue reparada íntegramente en el año 740, aunque su construcción se inició en el año 532 sobre un edificio anterior. Rávena es un foco vital del arte bizantino en la península italiana, en la que las aportaciones de éste se funden con la tradición romana. Allí se construyen San Apolinar in Classe y San Apolinar Nuovo. Por sus plantas basilicales de tres naves y arcos de medio punto sobre solumnatas, son edificios que encajan perfectamente en la arquitectura paleocristiana, pero después de un análisis más profundo descubrimos que existen muchos elementos de origen oriental: los capiteles, la forma del ábside y los magníficos mosaicos. San Vital se terminó entre los años 546 y 548. Su planta es central, alargada por la conexión del nártex y del atrio. Se cubre con una cúpula sobre pechinas sostenida por ocho pilares con sus correspondientes arcos.

Interior de la iglesia de San Apolinar in Classe. Rávena

Ábside de San Vital. Rávena

Cúpula gallonada
Es aquella que se erige sobre una base circular y que está dividida en una serie de plementos independientes cuya base está curvada. Cada uno de estos plementos recibe el nombre de gallón.

Procopio dijo lo siguiente acerca de la cúpula de Santa Sofía de Constantinopla: La cúpula no parece descansar sobre una obra maciza, sino como si cubriese el espacio suspendida del cielo.


2.3. Santa Sofía de Constantinopla

Santa Sofía se edificó sobre una primitiva iglesia dedicada a la Santísima Sabiduría (Sofía en griego significa sabiduría), que había ardido en el transcurso de una revuelta. Justiniano se planteó el proyecto como una gran empresa para la cual eligió a dos importantes arquitectos: Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto, un matemático y un ingeniero. Ellos llevan a cabo un templo de planta cuadrada en la que aparecían la nave central, las laterales estrechísimas, el nártex y el atrio. El ábside se cubre con una bóveda de cuarto de esfera y el espacio central con una cúpula gallonada sobre pechinas en cuya base se abren cuarenta vanos que sirven para aligerar su peso. Se contrarresta con otras medias cúpulas que, en el exterior, se refuerzan con contrafuertes. Las naves laterales se cubren con bóvedas de arista. Todo el espacio está recubierto de dorados mosaicos y revestida de placas de mármol que generan una atmósfera irreal y luminosa. Hoy sabemos que los primeros mosaicos de la cúpula eran simplemente dorados y que más tarde se representó una cruz. Las ventanas llevaban vidrios coloreados que permitían la penetración de una luz tamizada e irreal.

Santa Sofía. Estambul. Turquía

Exterior de Santa Sofía. Estambul

En el exterior sobresale el juego de volúmenes y la simplicidad que contrasta con el interior profusamente decorado y notablemente más complejo. En el interior se desarrollaban complicados rituales litúrgicos en los que participaba el emperador rodeado de su cortejo. Santa Sofía es uno de los edificios trascendentales de la arquitectura bizantina y uno de los que más veces se tratará de imitar a lo largo de la historia de la arquitectura.


2.4. Segunda Edad de Oro

Una vez que se han sentado las bases de la arquitectura bizantina durante la Primera Edad de Oro, parece haber quedado definitivamente establecido el modelo de iglesia de planta de cruz griega cubierta con cúpula. En el último cuarto del siglo IX, Basilio I construyó en Constantinopla la iglesia de Nea junto con la iglesia de Santa María en el faro, dentro del Gran Palacio. Ambas han desaparecido pero las conocemos por descripciones literarias. De la iglesia de Nea sabemos que tenía cinco cúpulas en una planta de cruz griega y que estaba precedida por un atrio. En Venecia, la iglesia de San Marcos de planta de cruz latina, con cinco cúpulas, una en el centro y las otras cuatro en cada uno de los brazos, demuestra la influencia de la arquitectura bizantina en esta zona. Es posible establecer un paralelismo entre esta planta y la de los Santos Apóstoles y, en general, toda arquitectura del siglo VI. La construcción del monumento veneciano fue bastante rápida mientras que la decoración fue mucho más lenta, y se fueron haciendo añadidos posteriormente.

 
Exterior de San Marcos. Venecia

Interior de San Marcos. Venecia

En San Marcos encontramos volúmenes bien definidos una gran esbeltez en el conjunto. Las arquitecturas comienzan a tender hacia la verticalidad, lo cual fue relativamente común durante este período, especialmente en las iglesias rusas (hoy en Ucrania). Santa Sofía de Kiev es una de las más bellas iglesias rusas de la Segunda Edad de Oro. En Grecia se construye la iglesia de Dafni (1080), un edificio diáfano y sencillo en el que conviven el uso del ladrillo y de la piedra.

Pantocrátor en la cúpula de la iglesia de Dafni. Grecia


2.5. Tercera Edad de Oro

El ejemplo más representativo de este momento es la ciudad de Mistra, en el Peloponeso, que se revela como la ciudad característica del período de los Paleólogos. No se van a producir grandes novedades desde el punto de vista constructivo, sin embargo, los exteriores se decoran algo más con pequeños detalles, se busca lo pintoresco y lo decorativo. Allí encontramos la iglesia de los Santos Teodoros y de la Virgen Hodogetria. Rusia va a construir edificios, inspirados en Santa Sofía de Kiev (siglo XII), cubiertos con cúpulas bulbosas que se siguen haciendo sin excesivos cambios pasada ya la Edad Media.


3. LAS ARTES PLÁSTICAS

3.1. La querella de las imágenes

El desarrollo de las artes plásticas en Bizancio está determinado por el problema de la querella por el culto de las imágenes. Ésta nace en el momento en que comienza a considerarse la adoración de las imágenes religiosas como una forma de idolatría, por lo que en el año 725, el emperador León III Isaúrico proclamó el primer edicto en contra de las mismas, y a favor de su destrucción. Esta medida sacudió a las masas. Medio siglo más tarde, la emperatriz Irene se puso del lado de los iconolatras (aquellos que eran partidarios de las representaciones). Los que rechazaban las imágenes se apoyaban en la tesis de que la divinidad es irrepresentable y buscaban una religiosidad más pura e intelectual. Este pensamiento trajo consigo la desaparición de una buena cantidad de obras de arte. Por otro lado, los defensores opinaban que lo divino se podía representar desde el momento en que Jesucristo es la encarnación de Dios, y no sólo esto, sino que el artista, inspirado por Dios, era capaz de plasmar su esencia en la obra de arte. Por lo tanto, según ellos, la imagen participa de la divinidad, alberga algo de ella. Este problema no sólo atañe al arte bizantino sino que está presente también en el arte judío y musulmán. En las manifestaciones artísticas de los judíos está expresamente prohibida cualquier representación de seres animados y en el arte musulmán se da un claro el predominio de lo decorativo, de lo abstracto y del arabesco como ya veremos más adelante.

Escena del paso del mar Rojo. Biblioteca Nacional. París

Ya que nos concierne a nosotros observar por todos los medios la religión del más alto Dios, decretamos específicamente que a nadie se le permita esculpir o pintar el signo de Cristo Salvador sobre el suelo o pavimento o en lajas de mármol colocadas sobre la tierra. 
Edicto de Teodosio II

Vemos en las criaturas imágenes que nos señalan veladamente las manifestaciones divinas.
Juan Damasceno


3.2. La miniatura y los iconos

La miniatura adquirió una gran importancia en este período, especialmente durante el reinado de Justiniano. Se cree que en torno al palacio existían importantes talleres dedicados a esta labor. Los diferentes textos iban acompañados de ilustraciones que servían para clarificar los contenidos. Se ilustra una gran variedad de libros como octateucos, salterios, menologios, libros profanos, etc. En estas miniaturas se funden dos corrientes diferentes, por un lado la oriental de un estilo más decorativo y, por otro, la clásica, majestuosa y rica. El Dioscórides es un texto en que se recogen conocimientos de botánica acumulados en Grecia y en el que existen ilustraciones de plantas, insectos, pájaros, etc. El Génesis de Viena (siglo VI) está en el arte clásico y el arte medieval. El texto está escrito en plata y fue una importante referencia para obras posteriores. El Evangeliario Rossano, podría estar inspirado en las pinturas al fresco y en los mosaicos. La parábola de las vírgenes necias y las vírgenes sabias se relaciona con los mosaicos de San Vital de Rávena. Asimismo destacan el Codex Sinopensis y el Evangeliario de Rabula llamado así por ser realizado por el monje de Rábula.

Evangeliario Rossano. Museo de la Catedral. Rossano

Los iconos son otra importante manifestación plástica, sobre todo durante la Tercera Edad de Oro, aunque existan ya en el siglo IV. Alcanzaron su máxima expresión en el arte ruso. Los iconos son en realidad pintura sobre tabla, en la que se pinta normalmente la imagen de la Virgen con el niño o de Cristo, recubriendo con láminas de oro o plata casi toda la superficie para dejar al descubierto el rostro y las manos. El fondo dorado contribuye a reforzar el profundo sentido de irrealidad y divinidad que los caracteriza. Los iconos rusos son de gran calidad y tienen un mayor encanto que los bizantinos. En Kiev (actual Ucrania) tenemos algunas muestras: uno de los iconos más divulgados ha sido el de la Trinidad, cuyo autor fue Andrés Rublev, el cual representó a las tres personas de la Trinidad como tres ángeles.
as teselas 
Aspectos iconográficos bizantinos:
Pantocrátor: Cristo en majestad.
Déesis: Cristo crucificado rodeado de la Virgen y San Juan.
Kiriotissa: Virgen entronizada que sujeta en su regazo a Jesús.
Eleusa: la Virgen dialogando con el Niño.
Galactotrofusa: la Virgen amamantando al Niño.
Hodigitria: la Madre señala al Niño como camino de salvación.
Glycofilusa: Virgen que acaricia tiernamente a su hijo.
Theotokos: la Virgen ofrece al Niño una flor o una fruta.

El icono debe ser tenido en cuenta cuando se analice la pintura italiana de los siglos XIII y XIV, sobre la que va a ejercer una fuerte influencia, en especial en la escuela sienesa.

Alumno de Teophanes el Griego. El arcángel San Miguel


3.3. Los mosaicos

Existen notables diferencias entre el mosaico romano y el mosaico bizantino. En primer lugar, los mosaicos romanos se solían emplear para revestir solerías, mientras que el bizantino se emplea para toda la superficie del muro y para las cubiertas inundando el espacio arquitectónico. También las diferencias se extienden al campo de lo técnico, puesto que las teselas (así se llamaban las pequeñas piezas con las que se realizan los mosaicos) no son sólo de piedra, sino que incorporan la pasta vítrea de diversos colores e incluso piedras semipreciosas. Con esto no queremos decir que los romanos no conocieran la pasta vítrea aplicada a los mosaicos, sino que no la aplicaron con la misma profusión que los artistas bizantinos. Éstos son más refinados a la hora de utilizar la técnica e incorporan el oro para los fondos, con lo que se consiguen los efectos estéticos que se persiguen. Las teselas tenían diversos tamaños, se cortaban según las necesidades del dibujo y se disponían de tal modo que reflejaran la luz, inclinándolas ciudadosamente tras un minucioso estudio del modo y el momento en que ésta se reflejaba sobre la superficie del mosaico. 

Las imágenes que se representaban en la iglesia tenían lugares prefijados, se ordenaban según unos criterios preestablecidos, es decir: en la bóveda del ábside o en la cúpula iba la figura de Cristo, la Virgen y los santos siempre por debajo de Cristo y en el muro de los pies escenas del Juicio Final.

Los fondos son dorados, lo cual genera una fuerte sensación de irrealidad, de indefinición espacial: los personajes se ubican en espacios inconcretos e intemporales que aluden a la divinidad. Las figuras permanecen inmóviles y hieráticas, de ellas sobresale la intensidad de sus miradas. Se puede hablar de una tendencia generalizada a la abstracción y el antinaturalimo.

Los ejemplos más interesantes de musivaria que se conservan son los conjuntos de Rávena, especialmente los de San Vital, en los que se representa a Justiniano y a Teodora con sus respectivos séquitos portando ofrendas, con las características que ya hemos mencionado de hieratismo y frontalidad. San Apolinar el Nuevo y San Apolinar in Classe también conservan ricos mosaicos. En Santa Sofía se realizaron mosaicos posteriores a la construcción del edificio.

Detalle del mosaico de Teodora con su séquito. San Vital. Rávena

La maestría de los bizantinos en el campo de la musivaria se conoció más allá de los límites del Imperio bizantino, tanto que fueron reclamados para decorar las superficies de la Cúpula de la Roca o el mihrab de la mezquita de Córdoba.


4. OTRAS MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS

La escultura es bastante escasa en el arte bizantino, lo que es debido sobre todo al movimiento iconoclasta que dejó un temor que perduró más allá de la desaparición del problema, con repercusiones más que evidentes en el desarrollo de las artes plásticas. Conservamos algún que otro sarcófago y ambones (púlpitos laterales). La escultura de bulto redondo es más escasa aún. Se realiza alguna imagen del emperador muy expresionista, hierática y plana, contagiada por la estética bajorromana. Una de las pocas piezas de escultura de este tipo que se conservan es la Virgen Hodogetria que hoy se encuentra en el museo Victoria and Albert de Londres. Nos demuestra que los artistas estaban acostumbrados a trabajar en relieve, puesto que es bastante ancha y plana, sin apenas profundidad.

El marfil es uno de los materiales que mejor supieron trabajar los artistas bizantinos. Uno de los ejemplos más interesantes de la eboraria bizantina es la cátedra del obispo Maximiano de Rávena. Sobre una estructura de madera se fueron colocando diferentes placas de marfil, las más grandes en la parte frontal. Se recogen temas del Antiguo y del Nuevo Testamento. El marfil Barberini, es un díptico consular en el que se representa un emperador sobre su caballo, no se sabe exactamente cuál, algunos afirman que se trata de Constantino, otros sin embargo consideran que se podría tratar de Anastasio I o de Justiniano I. La calidad de esta obra es realmente excepcional. La caja Veroli se ornamentó con el rapto de Europa y el rapto de Ifigenia. El tríptico de Harbaville (museo del Louvre, siglo X) nos muestra en el centro una Déesis, un tema muy frecuente de la iconografía bizantina.

Cátedra de Maximiano. Museo Arzobispal. Rávena

Díptico Barberini. Museo del Louvre. París

Dentro de la orfebrería es absolutamente necesario hablar del Tesoro de San Marcos (Venecia), realizado en oro, plata dorada, piedras preciosas, esmaltes y cristal. Dentro de él sobresalen la Pala d'oro, o lo que es lo mismo, el retablo de la iglesia de San Marcos y una placa con una representación de san Miguel.

Pala d'oro de San Marcos de Venecia. Museo de San Marcos. Venecia

Los tejidos desempeñan un importante papel y asumen la influencia de los tejidos sasánidas. Se representan animales en círculos, lazos alejandrinos y motivos vegetales en tonalidades terrosas y ocres. Muchos de ellos pudieron llegar a Occidente envolviendo las reliquias y más tarde se emplearon para forrar las arquetas relicarias. Otro hecho que permitió que muchas de estas joyas llegasen hasta nosotros fue la toma de Constantinopla por los cruzados, que trajeron consigo a Occidente numerosas piezas y las incorporaron a los tesoros que se custodiaban en muchas de las iglesias.


Las murallas de Teodosio señalan el límite definitivo de la ciudad, hasta los tiempos modernos. Pero en el interior continúan las transformaciones: Constantino organiza en el núcleo antiguo la acrópolis, el palacio imperial y el hipódromo. Teodosio realiza un nuevo Foro mayor, en el centro de la población y amplía el puerto. Después del incendio del 532 d. C., Justiniano reconstruye el palacio y en sus alrededores construye la gran iglesia imperial de Santa Sofía, sintetizando una vez más las experiencias artísticas de todo el mundo mediterráneo. El sistema de cobertura de cúpula y los acabados de materiales preciosos -mármoles, mosaicos vítreos, adornos de metal- alcanza un nuevo equilibrio, distinto del antiguo y que desde entonces perdura en todo el Oriente: aquí empieza el nuevo ciclo de la arquitectura bizantina, árabe, persa. En la parte externa de la ciudad, Justiniano construye otra iglesia famosa, la de los Santos Apóstoles: fue destruida pero sirvió de modelo para la iglesia de San Marcos, de Venecia.
(BENEVOLO, L. El arte y la ciudad antigua, 1982)



SAN VITAL DE RÁVENA
(546-548)

San Vital de Rávena es uno de los edificios más excepcionales de la arquitectura bizantina en Occidente desde un doble punto de vista, por un lado desde su arquitectura y por otro desde sus mosaicos, de extraordinaria belleza. Fue mandado construir por Justiniano, gracias a la financiación de un acaudalado banquero llamado Juliano. Las obras, posiblemente, fueron dirigidas y coordinadas por el obispo Eclessio (521-532), y más tarde por el obispo Víctor. En el año 547 la consagró el obispo Maximiano. En el exterior es un edificio sobrio que no invita a pensar en lo que podemos encontrar en el interior. Está precedido por un atrio y un nártex, de cuya función ya hemos hablado. En muchos sentidos se parece a la iglesia de San Sergio y San Baco, puesto que en ambos casos se recurre a la planta octogonal constituida por un segundo octógono que se cubre con una cúpula sustentada sobre ocho pilares con sus correspondientes arcos. Consta, además, de deambulatorio y tribuna. En planta sobresale un ábside en el que se ubica un presbiterio cuadrado. Los fustes y los capiteles es muy probable que los trajesen de los talleres de Proconesia.

Aunque los obreros encargados de la construcción de esta obra fueron de procedencia local, las maneras constructivas imitan claramente a las de Constantinopla. Ya hemos hablado de San Sergio y San Baco, como referencia referencia fundamental de esta obra, pero también deberemos aludir necesariamente a Santa Sofía. Sin embargo, a diferencia de éste, no se juega con la alternancia de espacios semicirculares y rectangulares, sino que se prefieren los nichos semicirculares que producen una gran sensación de unidad. Los ladrillos, por ejemplo, no son los que se utilizaban habitualmente en Rávena, es decir ladrillos bastante gruesos, sino que son más finos, como los que podemos encontrar en Constantinopla. Muchos de los elementos decorativos están tomados precisamente de allí: los zarcillos espinosos que recubren y pueblan las caras de los capiteles de San Vital.

Interior de San Vital. Rávena

Los muros del presbiterio de San Vital están íntegramente cubiertos por mosaicos. Todos los elementos decorativos se encuentran distribuidos de acuerdo a un riguroso orden jerárquico. En ellos se aborda el tema de la salvación que Dios brinda a los hombres desde los tiempos de Abraham. Los más interesantes, y al mismo tiempo los más divulgados, aquellos de los que nos vamos a ocupar de un modo especial son los de los muros laterales del ábside, en los que podemos contemplar a Justiniano con su séquito en un muro y a su esposa Teodora con el suyo en el otro en el momento en que transportan ofrendas para la consagración de la iglesia. Acerca de la técnica, Corrado Maltese nos dice: "Las teselas, de distintos tamaños, se crtan según las necesidades del dibujo (con preferencia por la forma cuadrangular), se incrustan de forma que reflejan la luz. La inclinación de las teselas está ciudadosamente estudiada en relación con la reflexión de la luz proveniente de las ventanas (...)". Además, debemos decir que los materiales empleados para la realización de las teselas no eran solamente la piedra, como habían hecho los romanos, sino que también se empleaban aquellas hechas con pasta vítrea de múltiples colores, especialmente doradas y piedras semipreciosas.

Si partimos el mosaico en el que aparece Teodora con su séquito, nos daremos cuenta de que en el arte bizantino las imágenes son símbolos. Dentro de una estancia bellamente decorada en la que aparecen varios cortinajes que han servido a los especialistas para conocer cómo eran los tejidos bizantinos, encontramos a Teodora bajo una cúpula avenerada de mayor tamaño que el resto de los personajes, todos ellos de la misma altura (esto se denomina isocefalia y es muy característico de los mosaicos bizantinos). De los rostros de los personajes representados, lo que más nos llama la atención es la mirada penetrante, presente también en muchos Cristos bizantinos. La mirada es el mecanismo que sirve para transmitir la fuerza del ser humano, es una alusión a su espíritu. Es decir, detrás de la corporeidad de los seres humanos se esconde su alma. No existe profundidad, ya que no interesa la fidelidad con respecto a la realidad, sino que estamos ante un símbolo, ante una abstracción, con el que se busca, principalmente, subrayar el poder de los emperadores y su adhesión a las causas de la Iglesia. Se prefiere transmitir una sensación de intemporalidad que se consigue perfectamente en este caso.

Mosaico en el que podemos vera a Teodora con su séquito. San Vital

miércoles, 9 de julio de 2014

Etruria, Roma y el arte Paleocristiano

En Roma, la arquitectura y el arte surgen para amedrentar con su grandeza a los pueblos sometidos. Roma, más que interesarse por la búsqueda de la belleza, más que quedar atrapada en el valor estético de las cosas como sucede en Grecia, persigue la utilidad de las obras de arte, su funcionalidad.

En muchas ocasiones se ha tratado de presentar el arte romano como una decadencia del griego. Esta es una idea que debemos desterrar desde un principio, puesto que, a priori, es una afirmación que lo infravalora. Grecia y Roma tienen dos personalidades diferentes que originan expresiones artísticas diversas.

Uno de los hechos decisivos para el posterior desarrollo del arte occidental es la aparición de una nueva religión: el Cristianismo, que estudiaremos en la misma unidad que el arte romano puesto que, en mucho aspectos éste fue tomado como punto de partida por los primeros artistas cristianos.

Templo de Vesta. Roma

EL ARTE ROMANO

1. EL ARTE ETRUSCO


1.1. Quiénes son los etruscos

De todas las culturas prerromanas que pasaron por la península Itálica, la que mayor huella dejó fue la de los etruscos, en torno a los cuales siempre ha existido un cierto aire de misterio, puesto que sus orígenes no están demasiado claros. Herodoto, un importante historiador griego, afirmó que venían de Lidia, lo que es bastante probable. Otros, como Dionisos de Halicarnaso, decían que sus orígenes estaban en Italia puesto que su lengua y sus costumbres eran de raigambre itálica. Es posible que fueran ellos los que reemplazaron a los villanovanos y que el influjo oriental que se observa en ciertos aspectos venga del contacto con el mundo griego. Lo que más información nos ha dado sobre las costumbres y el carácter de este pueblo son sus tumbas, de las que sí se conserva un buen número.

Los primeros etruscos fundaron las ciudades de Tarquinia, Vetulonia, Vulci y Caere, más tarde se establecieron en las ciudades de Volterra, Cortona, Arezzo, Perugia, etc. Uno de los aspectos de su cultura que más refuerza la aureola de misterio es su religión. Creían en múltiples deidades, muchas de claro origen griego. Los dioses más importantes son la tríada de Tinia, Uni y Minerva, correspondientes a Júpiter, Juno y Minerva de la mitología romana.

La loba capitolina. Museo Capitolino. Roma

1.2. La arquitectura etrusca

De los templos etruscos tan sólo nos quedan los cimientos, pero a través de su análisis nos podemos hacer una idea de cómo eran. La mayor parte de un templo etrusco estaba realizada en madera, en ocasiones con mampostería. Se edificaban sobre un pódiumcon escaleras en la parte frontal. Una vez en el interior era posible encontrar una cella compartimentada en tres espacios que se destinaban a la tríada de dioses de la que hemos hablado anteriormente. Estos edificios tenían una forma bastante achaparrada y estaban cubiertos por una techumbre de madera con un amplio voladizo. En la cubierta se colocaban figuras de terracota de dioses, seres fantásticos o de las gorgonas. En cada ciudad etrusca debían de existir varios templos que, más que por los restos que se conservan, se conocen por algunas descripciones y por urnas funerarias de terracota que reproducen su forma. 

El gran apogeo del arte etrusco coincide con el momento más esplendoroso del arte arcaico griego, por lo cual es posible, en algunos casos, establecer un paralelismo entre ambos.

Las tumbas son otra de las manifestaciones importantes de la arquitectura etrusca. Parecen casa subterráneas, ocultas del exterior por la vegetación. La tumbas etrusca es la fusión de la tumba de planta circular, similar al tholos griego, y una primitiva cabaña. Este es el caso de las de Populonia, en las que, para pasar de la planta cuadrada a la cubierta hemiesférica, se tuvo que inventar un recurso parecido a la pechina, de la que tendremos ocasión de hablar más ampliamente en el arte bizantino. En el interior se repetía el mobiliario de una casa tallado en los muros. El túmulo podía estar excavado en la roca o bien ser un sarcófago exento. La tipología de los enterramientos varió muchísimo a lo largo de la historia de este pueblo.

Interior de la tumba de los Giglioli. Necrópolis de Tarquinia

La ciudad etrusca tenía una estructura muy similar a la que más tarde adoptará la ciudad romana: existían dos vías principales que se cortaban perpendicularmente. Estaban amuralladas y se entraba a ellas por puertas construidas por un arco de medio punto, en las que aparecían cabezas de animales de posible sentido defensivo. De este modo, podemos afirmar que, lo mismo que los mesopotámicos, los etruscos conocían este elemento constructivo que va a pasar a la arquitectura romana: el arco. Un interesante ejemplo de ciudad etrusca que se conserva en buen estado es la ciudad italiana de Volterra. 

Arco etrusco de la ciudad de Voterra

Gorgonas
Seres monstruosos de origen mitológico que tenían las manos de bronce, los colmillos de jabalí y la cabellera de serpientes. La reina de las gorgonas se llama Medusa. Simbolizan los instintos irrefrenables del ser humano, que éste debe ser capaz de contener.

1.3. Escultura etrusca

Además de las esculturas de las deidades que se colocaban sobre las cubiertas de los templos, se conserva un buen número de esculturas de bronce y de sarcófagos. 

Uno de los campos en los que más sobresalieron los etruscos es en la escultura en bronce, material del que está hecha la loba capitolina, por la que los romanos sentían un especial interés, puesto que aludía a los orígenes mitológicos de Roma, ya que Rómulo y Remo fueron amamantados por este animal. En Arezzo se encontró otra interesante figura de bronce, la llamada Quimera de Arezzo. Tiene cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente. El animal se halla en estado de máxima tensión, como demuestran su pelo erizado, la musculatura y las venas marcadas.

Los sarcófagos figurados sustituyen a otros más antiguos con aspecto de arcones. Se realizaban en terracota, material muy frecuente en toda la plástica etrusca, que más tarde se sustituiría por piedra. En la tapa de estos sarcófagos encontramos la imagen del difunto o de la pareja de difuntos que descansan recostados como si estuviesen presenciando un espectáculo, con una sonrisa en el rostro y en una actitud mayestática. Los etruscos tenían una idea de un más allá cotidiano, por ello recreaban en estos espacios funerarios elementos similares a los que el difunto tuvo en vida. El más interesante de los que se conservan es el de Los esposos, hallado en Caere y que actualmente se halla en el Museo Nacional de Villa Giulia, Roma.

Sarcófago de los esposos. Museo del Louvre. París

Existen algunas obras que demuestran la tremenda influencia de la escultura arcaica griega por su estatismo, frontalismo, geometrización y sonrisa arcaica, como El Apolo de Veyes (museo de la Villa Giulia de Roma).

Rómulo y Remo
Eran hijos de Rea Silvia y Marte. Fueron abandonados a orillas del río Tíber que les llevó hasta uno de los siete montes de Roma, el Palatino. En este lugar fueron encontrados por una loba que les amamantó.

1.4. Pintura mural etrusca

El interior de las arquitecturas funerarias estaba decorada con frescos -retocados al temple sobre el revoque seco- de vivos colores.

En ellos se abordaba una variadísima temática relacionada con los ritos funerarios, escenas campestres, festivas o mitológicas que podían haber aprendido a través de las cerámicas griegas que les llegaban, la Naturaleza, como el mar con delfines -escena especialmente curiosa por el parecido que guarda con los frescos que se han encontrado en palacios minoicos-, representaciones de seres alados que podrían ser alegorías de la muerte, o dos hombres despidiéndose de otro que está a punto de atravesar una puerta, que, según algunos especialistas, alude a la puerta del más allá (Tumba de los Augures).

La pintura mural etrusca se caracteriza por los perfiles muy marcados y precisos, la renuncia a la profundidad y los colores muy planos.

Escena de un grupo de músicos. Tumba del Barón. Tarquinia

Escena de danza procedente de la Tumba del Triclinio. Tarquinia

2. LA ARQUITECTURA ROMANA

2.1. Características generales de la arquitectura romana

La arquitectura -la manifestación artística que más valoraron los romanos por considerarla la más digna, la más alejada de las actividades manuales- se caracterizó por saber llevar a su plenitud algo que fue inventado por los mesopotámicos y que ellos conocieron gracias a los etruscos: el arco y la bóveda. El empleo de estos dos elementos tiene una gran trascendencia en la manera de concebir el espacio de los edificios. En otras palabras, construir a base de arcos y bóvedas permite cubrir espacios más grandes y amplios. Esto no quiere decir que abandonasen la arquitectura arquitrabada, de hecho los primeros templos siguen este esquema, sino que van a dar un paso adelante en el campo de la arquitectura que culmina con la construcción de un edificio cupulado (algo que, como hemos visto, se había estado ensayando sin llegar a conseguirse totalmente) como el Panteón de Roma

De Grecia heredan, además de determinadas tipologías como el templo, el empleo de los órdenes y crean uno nuevo: el toscano. Roma utiliza los órdenes con mayor libertad que la arquitectura griega.

Los materiales son de lo más diverso: sillares de piedra bien escuadrados, ladrillo (opus latericium) dispuestos de diferentes maneras, mampostería, hormigón, fábricas mixtas en las que se combinaban varios materiales, etc. Muchos de los edificios, dependiendo de su importancia, estaban revestidos con placas de mármol y decorados en su interior con pinturas murales y mosaicos en los suelos. Una de las aportaciones decisivas de los romanos a la arquitectura es el opus caementicium (cemento) que permitió construir grandes cúpulas, resistentes y amplias que cubrían inmensos espacios (las termas de Caracalla) abaratando considerablemente los costes de las construcciones.

La arquitectura romana no experimentó grandes cambios, permaneció más o menos estable a lo largo del tiempo y, gracias a la importante extensión territorial, se conocieron técnicas y aportaciones artísticas procedentes de lejanos lugares que supieron incorporar armónicamente a su bagaje artístico. Este fenómeno es válido para más ámbitos, no sólo para el artístico, sino también en lo religioso, en lo político, etc.

El arco y la bóveda
Para construirlos los romanos se servían de cimbras, armaduras de madera que permiten ir disponiendo las diferentes piezas que integran estos elementos. Roma realizó grandes aportaciones en el campo de las técnicas constructivas.

Vitrubio se expresa de esta manera acerca de la puzzolana que, mezclándose con cal y agua, daba como resultado el hormigón (opus caementicium): Pues quién podría maravillarse lo suficiente ante el hecho de que que la porción más deleznable de la sustancia de la tierra (...) de las colinas de Pozzuoli (...) se transforma en una masa de piedra que resiste los ataques de las olas y se torna más fuerte cada día.

2.2. La ciudad romana

La estructura de la ciudad romana le debe mucho a la griega. Éstas se organizaban siguiendo un trazado de Hippodamos, es decir, en forma de damero. En ella existían dos vías principales: la vía decumanus, que va de norte a sur, y la vía del cardo, de este a oeste. En la ciudad romana de Ostia encontramos el trazado más antiguo de estas características. En el interior es posible ver los restos del foro, que es la principal construcción pública, equivalente al ágora griega. Se situaba en el centro de la ciudad, y según el tratadista romano Vitrubio, sus dimensiones debían ser proporcionales al número de habitantes que tenía la ciudad. Estaban porticados para que allí pudiesen los ciudadanos resguardarse de las inclemencias del tiempo o se pudiesen abrir puestos. A partir de él se crean grandes avenidas. El foro se había convertido en el eje de la ciudad. A medida que las ciudades iban creciendo se iba haciendo necesario crear nuevos foros, lo mismo que cuando se conquistaban nuevos territorios una de las primeras cosas que se construía era el foro. Los foros tienen personalidades diferentes dependiendo del lugar en el que se construyesen, por ejemplo los del norte de África eran más lujosos que los de otros lugares. Este es el caso del de Leptis Magna, cuyo suelo está revestido con piedras de múltiples colores. En el foro era bastante común encontrar la basílica, un edificio público destinado a sede de los tribunales en donde se realizaban las transacciones comerciales y se reunían los ciudadanos. Su planta era rectangular y podía ser cerrada o abierta. Estaba dividida por varias naves separadas por columnas. Este tipo de edificios va a inspirar la basílica paleocristiana y el templo cristiano que se construirá a lo largo de toda la Edad Media.

 
Vista de los foros imperiales. Roma

Basílica de Majencio. Roma

2.3. El templo romano

Al antecedente etrusco se suman los rasgos de la arquitectura griega y surgen ejemplos como el templo de Portunus, en Roma, dedicado al dios protector de los puertos. Se trata de un templo de planta rectangular, al que tampoco tiene acceso la mayor parte del pueblo romano, como hemos visto en otros ejemplos anteriores. Se edificó en el siglo II a. C., en época republicana. Está construido sobre podium, pero sólo se puede acceder por la parte frontal, por la fachada principal. En esto estriba la principal diferencia con los templos griegos. De similares características es La Maison Carrée que se encuentra en Nimes, Francia.

La Maison Carrée. Nîmes

Los templos de planta central son una evolución del tholos que nace en Micenas y que más tarde adoptó Grecia. En Roma se conservan el de Vesta, construido con mármol de Pentele sobre un podio de piedra calcárea. El muro es de forma circular y está rodeado por una columnata.

El Panteón de Roma es la culminación de la construcción, no sólo de templos, sino de todos los modelos arquitectónicos que produjo Roma, y al mismo tiempo, un esquema que se imitará a lo largo de la Historia de la Arquitectura. La planta es circular, con un pórtico en la parte frontal sobre el que se coloca un entablamento que nos informa acerca de su construcción. Se cubre con una cúpula decorada con artesonados, lo cual sirve para aligerarla de peso, y en el centro de la misma un óculo que permite la penetración de la luz natural. En el interior hay nichos en los que se colocaban esculturas de las múltiples deidades a las que estaba consagrado. Más tarde fue cristianizado.

Vesta
Es la diosa romana del fuego. Estaba rodeada de un grupo integrado por diez mujeres vírgenes, que debían mantener esta condición como requisito indispensable, de lo contrario serían enterradas vivas. Éstas se encargaban de mantener encendido el fuego, si no, la desgracia caería sobre Roma.

Óculo
Apertura o vano de forma circular.

2.4. Teatros, anfiteatros, circos y termas

Roma se preocupó por crear un ocio para su pueblo para lo cual se encargó de que se construyesen importantes y numerosos espacios públicos. 

Los teatros romanos toman como referencia el teatro griego, pero establecen ciertas diferencias con respecto a él. Eran exentos, no están adosados a ninguna colina como sucedía en Grecia y tenían un graderío semicircular. Si eran de pequeño tamaño, odeones, es posible que tuviesen una cubierta de madera, si por el contrario, eran más bien grandes se podían cubrir con toldos. Se ocupaban y desalojaban a una gran velocidad gracias a unos pasillos abovedados denominados vomitorios. Permanece la orchestra (aunque de menores dimensiones), como en los teatros griegos y la escena que tenían grandes fondos arquitectónicos, marco de las representaciones teatrales y las gradas. El teatro tenía un ambiente más selecto y refinado que el anfiteatro.

Elementos del teatro romano

Cavea: espacio en que se sitúan los espectadores.
Orchestra: espacio semicircular frente al del teatro griego, circular, en el que se colocaba el coro.
Escena: área del teatro en la que tenían lugar las representaciones.

El anfiteatro surge como resultado de la unión de dos teatros. Servía para asistir a las luchas de gladiadores, de fieras e incluso a batallas navales. Bajo la arena existían varios corredores. Se desalojaba por sistema de vomitorios que ya hemos visto al hablar de los teatros. El anfiteatro más conocido y el mejor conservado es el Coliseo de Roma, en cuyo exterior podemos ver la superposición de órdenes: abajo el toscano, en el medio el jónico y arriba el corintio. En él hay dos puertas, por un lado la triunfal y por otro la fúnebre. El Coliseo fue restaurado a principios del siglo XVIII por Rafael Stern y Giuseppe Valadier, en una de las intervenciones más trascendentales para la historia de la restauración. Junto a éste deberemos señalar los de Nîmes y Arles (Francia). 

 
El Coliseo. Roma

Interior del Coliseo. Roma

La más famosa de las construcciones romanas es, quizá, el coso conocido con el nombre de Coliseo. (...) Esta combinación de estructuras romanas con formas griegas u órdenes ejerció un enorme influjo sobre los arquitectos posteriores.
Gombrich

El circo era el lugar en el que se celebraban las carreras de caballos, cuádrigas, etc. Tenía forma elíptica y en el centro había un espacio decorado con vegetación, botines de guerra, esculturas, etc. denominado spina. En las gradas existía un lugar destacado, tribuna, que era ocupado por el emperador o por algún personaje de cierta relevancia.

Las termas son baños públicos en los que era posible encontrar las siguientes zonas: frigidarium, piscinas de agua fría, tepidarium, de agua templada y caldarium, de agua caliente. El agua se calentaba con un complejo sistema de calderas similar al mecanismo de calefacción de algunas viviendas. En las termas existían bibliotecas, gimnasios, etc. Estaban decoradas con mosaicos que embellecían las superficies. Desde el punto de vista arquitectónico son edificios de un diseño muy elaborado que contribuyeron, en gran medida, al desarrollo de la arquitectura romana. si una ciudad era importante era posible que tuviera varias termas. Aunque hoy se encuetren en un estado auténticamente ruinoso, las más importantes son las de Caracalla, en las afueras de la ciudad de Roma.

Termas de Caracalla. Roma

2.5. Arcos del triunfo y columnas conmemorativas

Los arcos triunfales tienen la función de conmemorar u homenajear a un personaje por alguna acción de carácter bélico que honra a Roma. Existen diferentes tipos de arcos. Podían tener una, tres o incluso cinco aperturas o arcos de medio punto flanqueados por columnas. Sobre éstas se colocaba un arquitrabe, en cuya parte frontal se podía leer una inscripción alusiva al personaje en honor al cual se había erigido la obra. Es posible que estuviese coronado con una escultura del personaje en cuestión. Los arcos más interesantes son el de Tito, de una única apertura y el de Constantino, bastante tardío, decorado con esculturas de claro estilo bajoimperial, ambos en Roma.

Arco de Tito. Roma

Las columnas conmemorativas poseen idéntico fin que los arcos triunfales. A lo largo de su fuste estaban decoradas con escenas dispuestas helicoidalmente que rememoraban las acciones bélicas de cierta relevancia que protagonizó el personaje homenajeado. La más interesante es la de Trajano, que es además de carácter funerario, puesto que bajo ella hay una caja con las cenizas del emperador. Nos cuenta todo el proceso de pacificación de la Dacia, actualmente Rumanía. Muy similar a la de Trajano es la de Marco Aurelio, también en la ciudad de Roma.

Columna de Trajano. Roma

2.6. Puentes, acueductos y calzadas

Los romanos crearon un importante número de obras públicas que dieron buena prueba de su sentido práctico. A través de ellas pudieron conectar los distintos y distantes lugares que formaron parte de su imperio, mejorando notablemente las comunicaciones.

Los puentes romanos serán modelo para los puentes que se construyan en la Edad Media y además perdurarán, en algunos casos, hasta nuestros días. El punto de partida constructivo es el arco de medio punto, que se apoyaba en gruesos pilares de piedra construidos sobre robustos cimientos, reforzados para poder resistir los golpes del agua.

Las calzadas permitieron unir puntos muy lejanos entre sí. Se construyen con grandes lajas de piedra, ligeramente curvadas para que el agua se fuese a los lados del camino. Cada cierto espacio se colocaban los miliarios, que indicaban el número de millas que quedaban para llegar a la ciudad más próxima.

El acueducto, como su propio nombre indica, servía para canalizar el agua. Uno de los más interesantes que tenemos en nuestro país es el de Segovia, en buen estado de conservación. Fue construido en el siglo II d. C. y tiene ciento veintiocho arcos de piedra. Los sillares de piedra están unidos a hueso, es decir, sin necesidad de argamasa, y las canalizaciones discurrían al aire libre a una altura de treinta metros.

 
Acueducto. Segovia

2.7. La vivienda romana

Es posible que en muchos aspectos la casa romana pudiese parecerse a la griega, aunque de esta última no existen demasiados datos que nos permitan nada con seguridad. Existían dos tipos de viviendas: las insulae, manzanas de casas con varios pisos, y la domus o casa señorial. Las insulae eran lugares en los que vivía un gran número de personas de no muy alta situación social. Tenían, más o menos, quince metros de altura y entre tres y cuatro pisos. Estaban pésimamente construidas y carecían de los más elementales servicios. En su interior existía un patio, que permitía la iluminación y la ventilación, y un pozo. En el exterior una fuente y las letrinas.

La domus era la vivienda de gente acomodada. En el exterior estaban cerradas, lo cual permitía que se preservara la intimidad de la vida privada de quienes moraban en ellas. En el interior había un atrium o patio con una techumbre inclinada que enviaba el agua de lluvia a una piscina o impluvium. Dentro de la casa había una habitación sagrada en la que se guardaban representaciones de miembros difuntos de la familia a los que se rendía culto. La religión romana es amplia, muy permisiva e incluía muchos tipos de cultos, entre ellos estaban los de carácter doméstico. La sala de estar se llamaba tablinium, el comedor, triclinium y el dormitorio, cubiculum. Los suelos y las paredes están recubiertas de mosaicos y pinturas. Los miembros de clases acomodadas podían poseer una segunda residencia en el campo o en las inmediaciones de la ciudad, una villa urbana, o bien una casa en el campo rodeada de tierras de cultivo, es decir, una villa rústica. En Ostia, en Roma, en Pompeya, en Nápoles, se pueden visitar algunas villas romanas en buen estado de conservación.

 
Interior de una villa romana de Pompeya. Nápoles

3. LA ESCULTURA

3.1. El relieve en Roma

El relieve llega a su máxima expresión dentro del arte romano. Había sido cultivado por los egipcios, los asirios y los griegos, pero serán los romanos quienes lo llevarán a su máximo grado de perfección técnica. El relieve cumple aquí una función esencial: es narrativo e histórico, es decir, pretende la difusión de una serie de hechos de una cierta importancia y trascendencia histórica para que el pueblo conozca las grandes campañas militares de sus emperadores.

El Ara Pacis (26-13 a. C.) es una de las muestras de escultura relivaria más importantes que se conservan. Se trata de una estructura de forma rectangular, abierta por uno de sus lados, en cuyo interior se encontraba un altar o ara y sirve para conmemorar la pacificación de un imperio. Está decorada con relieves en los que se puede ver a personajes que van en procesión para hacer ofrendas a los dioses. El realismo que caracteriza al relieve romano (y que lo diferencia, por tanto, del griego que se decanta por una mayor idealización) permite que reconozcamos a personajes de diferentes edades. Éstos están togados y avanzan sosegadamente en medio de un escenario decorado con elementos vegetales como los grutescos, que se recuperarán en el Renacimiento. Junto a la procesión, inspirada posiblemente en el Friso de las Panateneas, aparecen imágenes de carácter alegórico de la Tierra, de Roma, etc. En ella se emplean tres tipos de relieve.

Detalle de los relieves del Ara Pacis: la Tierra entre el agua y el aire. Roma

El arco de Tito recuerda las grandes hazañas históricas del emperador Tito y, en concreto, la toma de la ciudad de Jerusalén (70 d. C.). La técnica se emplea con gran habilidad, creando la sensación de una profundidad que entra dentro de lo que se ha denominado "ilusionismo romano". Esto se debe a la particular forma de entender los fondos para crear la ilusión espacial. El claroscuro da una gran plasticidad y calidades casi pictóricas. En las enjutas del arco podemos encontrar dos representaciones de la Victoria que vuelan con estandartes en las manos. En el friso se puede ver la entrada triunfal de Vespasiano y de Tito en la ciudad de Jerusalén.

La columna trajana tenía una triple pretensión: señalar hasta dónde llegaba el monte desplazado por el foro, custodiar las cenizas del emperador y conmemorar la pacificación de la Dacia por el emperador Trajano. Por esto la imagen del emperador que actualmente no se conserva, coronaba la columna como demuestran algunas monedas. Los relieves secuenciados se extienden a lo largo de una cinta que, helicoidalmente dispuesta, recubre el fuste de la columna. En la mitad inferior se nos cuenta la primera guerra dácica que tuvo lugar entre los años 101 y 102, y en la otra mitad la segunda guerra, entre los años 106-107. El Danubio está representado con la figura alegórica de un personaje barbudo que emerge de las aguas. Este tipo de representación alegórica se repetirá también a lo largo de Medievo. No se descarta la posibilidad de que esta obra se haya inspirado en algún manuscrito que no ha llegado hasta nosotros.

Detalle de la columna trajana. Roma

El arco de Constantino pertenece ya a la época bajoimperial y encaja dentro de una nueva estética en la que se pierde la representación realista de la anatomía para aproximarse a una cierta desproporción que influirá en la plática de la Edad Media.

Los sarcófagos son interesantes para el estudio del relieve. El origen de éstos se halla en la Grecia helenística y pasarán al arte paleocristiano. La mayoría de ellos son de tema mitológico y pocos están decorados con escenas bélicas. Se trabajan con la técnica del trépano y tienden al horror vacui. Además de los sarcófagos, se conserva un buen número de inscripciones funerarias. En ellas encontramos motivos decorativos estrechamente relacionados con la profesión que había desempeñado el difunto. 

Detalle del sarcófago de Giunio Basso. Museos Vaticanos. Roma

Tipos de relieve
Existen tres tipos de relieves según el volumen que tengan. Bajorrelieve cuando sobresale del fondo menos de la mitad del bulto y altorrelieve cuando sobresale del fondo más de la mitad del bulto.

3.2. El retrato

Durante el último período del arte griego, en el Helenismo, se comenzó a cultivar el género del retrato, con unas características que más tarde heredaron los romanos. Es innegable que, además de la semilla helenística, hay que referirse al influjo etrusco. El retrato romano evoluciona desde el realismo de los rostros del período republicano hasta la idealización de época imperial y la simplificación casi caricaturesca de época bajorromana.

Período republicano: los etruscos ejercen una gran influencia en este momento, especialmente en todo aquello que tenga que ver con las técnicas del bronce, que manejaban con gran habilidad. Además del importante peso que tuvo lo etrusco, hay que contar con la base griega sobre la que se apoyó el retrato romano para evolucionar hasta lograr una personalidad propia. Durante la República encontramos en Roma un buen número de esculturas de bronce. Son personajes que, en la mayor parte de los casos, aún no se han terminado de identificar, pero que, sin duda, habían de ser preponderantes en la sociedad republicana de Roma. El extremo realismo de los rostros se debe a que las imágenes eran realizadas con mascarillas funerarias. Una vez que moría el pater familias, el escultor sacaba un vaciado en cera del rostro del cadáver, que se pintaba en colores que trataban de aproximarse lo máximo posible a la realidad. Estas mascarillas se guardaban en una habitación destinada únicamente a este fin.

Una de las obras más interesantes, y también una de las primeras de época republicana, es L'aringatore (Museo Arqueológico de Florencia), el orador que alza la mano para dirigirse a un público. El rostro del personaje no debía ser en ningún caso un ideal, como sucedía frecuentemente en Grecia, sino un fiel reflejo de la vida de este hombre, de su identidad, algo obsolutamente inconfundible que diese testimonio del papel desempeñado por él en el mundo.

Período imperial: aquí se inicia un momento de idealización que tiene como principal objetivo la magnificación de la figura del emperador. Tal es el caso del Augusto de Prima Porta (en los Museos Vaticanos), que aparece como si se tratase de un dios: con los pies descalzos como un héroe, el brazo derecho alzado mostrando al pueblo una corona y vestido con una coraza sobre la que se pueden apreciar escenas en las que se le está dignificando. Igualmente dignificantes son las representaciones de su esposa Livia, de la que tenemos abundantes restos en nuestro país, de sus hijos Tiberio y Druso, de Germánico, etc. Uno de los elementos que nos permiten hablar de idealización es que, a pesar de contar con numerosas representaciones de estos personajes, siempre los vemos con el mismo aspecto, sin que el paso del tiempo deje huella en sus rostros.

Augusto de Prima Porta. Museos Vaticanos. Roma

Se conserva un buen número de retratos del emperador Adriano, el cual, por una cicatriz en la cara, se vio obligado a lucir barba como podemos apreciar en todas sus representaciones. Siguiendo la moda impuesta por Trajano, los retratos abarcaban los hombros y el arranque del pecho. Durante su reinado se produjo la muerte de un joven egipcio llamado Antinoo, con el que pudo estar relacionado sentimentalmente, cuyos retratos son el culmen de la idealización en la estatuaria romana. Son retratos bellos, de clara influencia helenística, pero al mismo tiempo fríos, con escasa capacidad para hablarnos del personaje. En este sentido se elimina la tendencia de la época republicana al realismo, al intento por plasmar la psicología del individuo, sin alterar su fisonomía.

La única escultura ecuestre que se conserva, aunque es posible que existiesen muchas más adornando los foros, es la de Marco Aurelio (colocada hoy en la plaza del Campidoglio en Roma) que sería motivo de inspiración para las esculturas de este tipo que se realizaron en el Renacimiento italiano, como la de Gattamelata, de Donatello. En la representación de Marco Aurelio se emplea con profusión el trépano jugando, de esta manera, con las luces y las sombras. Los retratos de los últimos Severos, seguidores estéticamente de los Antoninos, están cargados de expresividad, de penetración psicológica que nos permite ver cómo Caracalla era un personaje cruel y violento. En ellos se introduce la expresión de sentimientos como la inseguridad, la angustia o el miedo a ser traicionados que, en los primeros momentos del retrato imperial, eran absolutamente impensables, puesto que lo que se buscaba era la imagen de seres grandiosos que jamás conocieran este tipo de sensaciones.

Reproducción del retrato ecuestre de Marco Aurelio en la plaza del Campidoglio. Roma

Período bajoimperial: desaparece cualquier atisbo de realismo e idealización y el retrato se vuelve más tosco y expresionista. Los ojos adquieren mayor volumen e importancia, se abandona el trépano y las superficies aparecen menos trabajadas, sobre todo por la utilización de piedras duras procedentes de Oriente, como el pórfido de Egipto. Se introduce el colosalismo. El ejemplo más claro de esto último es la estatua colosal de Constantino, cuya cabeza y otros fragmentos de su cuerpo se pueden admirar en el interior del Palacio de los Conservadores, en Roma. La estética bajoimperial anuncia ya la del mundo bizantino, más abstracta e irreal. 

Retrato de Constantino. Palacio de los Conservadores. Roma

4. LA PINTURA MURAL

Es muy posible que los romanos se inspiren en la pintura griega, de la que apenas tenemos noticias, como ya hemos visto. Lo que nos queda de la pintura romana tampoco es excesivo, además tiene el problema de ser muy desproporcionado, es decir, que conservamos bastante de época imperial y muy poco de época republicana. Lo que se conserva del Imperio es, en la mayor parte, procedente de Pompeya y Herculano (Nápoles). En cualquier caso es suficiente para que nos hagamos una idea de cómo debió de ser. Los restos de pintura sobre tabla son bastante escasos y la mayor parte de ellos son del Fayum, cuyo estudio abordaremos en el apartado del arte paleocristiano.

La técnica que se emplea en la pintura mural es la del frresco, de la que hemos hablado anteriormente. En el caso de Roma, la técnica se manejaba con gran maestría y cuidado, lo cual ha permitido que hayan llegado hasta nosotros en óptimo estado de conservación. Es posible que muchas de las obras fueran retocadas tras haber sido finalizadas, puesto que no se han encontrado las señales de uniones que separan las diferentes jornadas de trabajo. Incluso en algunos casos, entre los que se encuentran Pompeya y Herculano, deberemos hablar más que de fresco, de temple.

En la pintura romana, tradicionalmente se distinguen cuatro estilos, denominados pompeyanos, por basarse su clasificación en las obras encontradas en la ciudad sepultada por el Vesubio.

Primer estilo: se le llama también estilo de incrustación, puesto que el fresco imita a mármoles de diversos colores. De este tipo se han encontrado muestras, no sólo en Italia sino también en España, Grecia, Turquía, etc.

Segundo estilo: llamado estilo arquitectónico. Es una derivación del anterior. En él se imitan estructuras arquitectónicas que recuerdan a los escenarios de carácter teatral. Los más interesantes se encuentran en la Villa de Boscoreale (Nápoles).

Tercer estilo: miniaturista y recargado. Abundan los temas vegetales, los candelabros, los tejidos que servían para cerrar las ventanas de las casas, los pavos reales, que más tarde pasarán a la iconografía cristiana aunque con un significado bien distinto, decoraciones vegetales que se parecen mucho a las que encontramos en el Ara Pacis, esfinges y algún que otro motivo de procedencia egipcia.

Cuarto estilo: nació en la corte imperial y de ahí se extendió al sur de Italia. El decorado arquitectónico se amplía y complica con entrantes y salientes, jardines fantásticos y cortinajes. Las figuras, a diferencia de las del tercer estilo en las que el dibujo predomina sobre el color, son más impresionistas e ilusionistas, de trazos rápidos y ágiles. Las escenas son más complicadas y, preferentemente, de carácter mitológico. El paradigma del cuarto estilo es la Villa de los Misterios, en la que varios personajes aparecen realizando un extraño ritual que algunos expertos han relacionado con ritos de tipo dionisíaco.

 
Mujer pensativa representada junto con útiles para la escritura. Villa de los Misterios. Pompeya

 
Escena del mito de Semele. Villa de los Misterios. Pompeya

5. EL MOSAICO

El mosaico, en contra de una opinión bastante extendida, no es una invención romana, existía bastante antes de la aparición de los romanos, pero fueron ellos quienes más difundieron su uso.

Existen varios tipos de mosaicos:
  • Opus sectile: en este caso no son teselas lo que se emplea, son crustae, fragmentos de mármol de forma irregular.
  • Opus tessellatum: aquí se empleaban teselas de forma cúbica o rectangular. Generalmente los colores son el blanco y el negro, con raros toques de color.
  • Opus vermiculatum: las teselas son más pequeñas que las del opus tessellatum. Su origen está en Oriente. Se consiguen representaciones más minuciosas, más parecidas a la pintura. 
Algunos de los mosaicos más interesantes son Los músicos ambulantes, de Dioscurides de Samos, los mosaicos de la Villa Adriana de Tívoli, el de la Batalla de Issos en Nápoles, el mosaico en blanco y negro con una medusa en medio que se conserva en el Museo de las Termas de Roma, los que existen en las termas de Caracalla y los del Museo Arqueológico Nacional de Madrid.

Mosaico de la Casa del Anfiteatro. Mérida

La técnica del mosaico
Sobre un fondo de cemento, material que utilizaron por primera vez los romanos, se colocan pequeñas piezas de forma cúbica, denominadas teselas, con las que se elaboran diversas representaciones de carácter decorativo. En Roma se empleaba para revestir, generalmente suelos, mientras que en Bizancio, recubrían y decoraban las paredes.

6. ARTES APLICADAS

Roma, además de la arquitectura, pintura y escultura, desarrolló brillantemente otras manifestaciones artísticas.

Bronces: no sólo se realizaron retratos con este material, cuyo interés despertó la tradición etrusca que tanto peso tuvo en un principio sobre la plástica romana, sino que también encontramos amuletos y exvotos, muebles, apliques para decorar el mobiliario, braseros, objetos de tocador como espejos, joyas y adornos personales, arneses para los caballos, juguetes, etc.

Joyería: objetos de adorno personal realizados con oro, plata y piedras duras como los camafeos. En la Biblioteca Nacional de Madrid se conserva uno de los pocos missorium que existen. Se trata de un disco de plata decorado en una de sus caras con la imagen entronizada del emperador. Se realizaban para conmemorar la llegada de éste al trono.

Camafeo de Constantino el Grande. Koninkjilk. La Haya

Vidrio: aunque era conocido por otros pueblos, el primer vidrio transparente se hace en Roma con la técnica del soplado. El vidrio también se podía tallar, colocar bajo el vidrio plano discos de oro, hacer vidrio calado (diatreta), etc.

Cerámica: la más célebre es la llamada terra sigillata. Se hacía con arcilla muy roja de paredes finas, que se metía en un molde con el relieve en negativo para obtener la decoración en positivo.

Camafeo
Se emplean para hacerlos piedras semipreciosas con vetas de diversos colores, de tal modo que se talla la imagen en un color y el fondo queda de otro. Es una técnica que requiere un gran dominio y precisión. Más tarde se harán con vidrio piezas que imitan a los camafeos pero que no lo son realmente.

EL ARTE PALEOCRISTIANO

1. EL CRISTIANISMO

En pleno Imperio romano nace una nueva religión: el Cristianismo. Éste crece sin apenas ser advertido, absorbiendo las formas que lo rodean, es decir, las que provienen del mundo romano, para evolucionar hacia un estilo personal y crear una iconografía propia. En este momento se sientan las bases del arte y el pensamiento medieval. La religión romana era politeísta, los romanos habían tomado la determinación de adoptar las diferentes divinidades de los territorios que iban conquistando, con el fin de que las cuestiones religiosas no constituyesen en ningún momento un problema para la estabilidad del imperio. Las complicaciones surgen cuando aparece en escena el Cristianismo, monoteísta, y comienza a extenderse peligrosamente, tanto que en el año 100 d. C. la nueva doctrina se había propagado desde las grandes ciudades hasta las poblaciones más pequeñas. 

Dentro del arte paleocristiano podemos establecer dos momentos diferentes que tienen como límite el año 313, fecha del Edicto de Milán, en el que el emperador Constantino convirtió el Cristianismo en religión oficial del Imperio romano. Antes del 313 las prácticas cristianas estaban proscritas y perseguidas. En aquel momento no existían edificios específicos en que los cristianos pudiesen desarrollar sus cultos. Después del 313 se inicia el segundo período, con el que llega la paz a la Iglesia.

 
Catacumba de Santa Priscila. Roma

2. LA ARQUITECTURA PALEOCRISTIANA

2.1. Arquitectura anterior al Edicto de Milán

Los primeros creyentes carecían de los medios suficientes para construir edificios en que celebrar sus cultos. Se reunían en cualquier lugar, en ocasiones en la casa de uno de los fieles denominada, en este caso, domus ecclesiae. Eran casas no muy lujosas y la habitación más importante de ésta era el comedor, puesto que el momento principal de la liturgia era la comunión. Por lo tanto, hasta el año 200, los lugares de reunión de los creyentes eran arquitecturas domésticas.

Hacia mediados del siglo II la situación comienza a variar ligeramente ya que el Cristianismo se había extendido a Asia Menor y norte de África y había, además, interesado y captado a importantes personajes de la sociedad romana como San Calixto.

En torno al año 250 la comunidad cristiana era ya muy numerosa y los fieles se negaban a participar en los ritos romanos, es entonces cuando se inician las cruentas persecuciones como la que va del año 257-260, pero en aquel momento la estructura eclesiástica era ya lo suficientemente sólida como para soportarlo.

A partir de ahí los espacios debían cumplir dos funciones: servir para el desarrollo de las liturgias y además ser los lugares en que se enterrase a los fieles fallecidos. Por aquel entonces las liturgias estaban perfectamente normalizadas. Ahora el lugar de reunión era más amplio que un comedor; en él, el clero y los fieles estaban separados, se establecía que en primer lugar se sentasen los niños, detrás los hombres y, por último, las mujeres. El edificio más antiguo que conocemos con estas características es el de Dura-Europos, íntegramente decorado con pinturas al fresco (véase la imagen de Moisés haciendo brotar el agua de una roca) en el que podemos hablar de los orígenes de la iconografía cristiana. 

En cuanto a las ceremonias funerarias, los cristianos rechazaban la cremación, empleada por los romanos; ellos preferían inhumar, es decir, enterrar los cuerpos, además el creyente no debía ser enterrado cerca de un pagano, lo cual se hizo cada vez más difícil. Por ello se construyeron grandes cementerios subterráneos -catacumbas- que constaban de nichos excavados en las paredes, denominados loculi, cerrados con lápidas de mármol. De los corredores que organizaban las catacumbas salían cámaras llamadas cubícula, en las que se reunían los familiares y conocidos del difunto.

Catacumba de Santa Inés. Roma

2.2. Arquitectura posterior al Edicto de Milán

A partir del Edicto de Milán (313) el Cristianismo se convierte, por voluntad de Constantino, en la religión oficial del imperio. Éste se consideró a sí mismo como uno más de los apóstoles de Jesucristo. Por otro lado su madre, santa Elena, fue una importante promotora de la arquitectura. Para las reuniones y las celebraciones religiosas los cristianos necesitaban arquitecturas que se adecuasen a estas funciones. Del mundo romano tomaron la basílica, que era una sala de reunión o un lugar en el que se realizaban las transacciones económicas, dándole una función religiosa de la que carecía inicialmente. La basílica cristiana tiene tres o cinco naves separadas por columnas sobre las que aparecen arcos de medio punto. El crucero está claramente marcado en la planta como elemento de separación. La cubierta es de madera, la de la nave central a dos aguas y las laterales a una, mientras que el ábside se cubre con bóveda de horno. La diferencia de altura entre la nave central y las laterales se aprovecha para colocar en este punto un cuerpo de ventanas denominado claristorio. Sobre las naves laterales se colocaba el matroneum, antecedente de la tribuna, allí se ubicaban las mujeres, separadas de los hombres desde los primeros tiempos del Cristianismo, como ya hemos visto. A los pies del edificio se encuentra el nartex, un vestíbulo que marca el ingreso a la iglesia, y un atrio o patio al que todos los fieles tienen acceso. En el interior se sitúa el altar, que no siempre estaba visible, ya que era ocultado por unas cortinas sujetadas con columnillas. Debajo del altar podía aparecer una cripta, espacio en el que se custodiaban los restos de un santo o mártir. San Juan de Letrán es uno de los conjuntos arquitectónicos más sobresalientes del arte paleocristiano. Fue edificado sobre las ruinas de la vivienda de una poderosa familia romana: los Laterani. Se trata de una basílica de cinco naves separada por columnas con arcadas, un transepto muy desarrollado y un ábside muy profundo.

No sólo se construyen edificios de planta basilical, existen además algunos de planta central. Normalmente las plantas centrales se reservan para lugares en que se albergan los restos de algún santo o de algún mártir (martyria), es decir, tienen un contenido funerario, o bien en los que se administra el sacramento del bautismo.

En nuestro país se conservan restos muy dispersos de la arquitectura paleocristiana. En las islas Baleares hay abundantes vestigios de basílicas, como la de Son Bou. Algunas de tipo funerario como la Alberca de Murcia o el Mausoleo de Centcelles, éste en Tarragona, decorado con mosaicos de cacerías. También encontramos basílicas de ábsides contrapuestos como la de la Dehesa de la Cocosa, en Badajoz. Esta tipología recuerda a algunos edificios encontrados en el norte de África, como la basílica de Dendarah.

Cúpula del mausoleo de Centcelles con decoración musivaria. Tarragona

Bóveda de horno
Tiene forma de cuarto de esfera y sirve para cubrir el espacio de ábside.

3. LA PINTURA Y EL MOSAICO

La pintura mural tuvo un gran desarrollo a lo largo de todo el arte paleocristiano. Se utilizó especialmente para decorar las paredes de las catacumbas. La importancia de estas manifestaciones artísticas radica en que con ellas se sientan las bases de la iconografía que se va a utilizar a lo largo de todo el arte medieval. Los frescos cubren las bóvedas y las paredes, que se organizan dividiendo los espacios con líneas, muestran imágenes de fuerte contenido simbólico: el pez es el símbolo de Cristo, el pavo real y la paloma del alma, se introduce el Crismón, temas del Antiguo y Nuevo Testamento, la orante (la mujer que alza sus brazos al cielo en señal de petición), escenas de cacerías (alusivas a Cristo como cazador de almas), el Buen Pastor (Cristo imberbe que lleva sobre sus hombros un cordero, igual que los moscóforos griegos), Cristo entregando el rollo de la ley (esto se denomina Traditio Legis), etc. El estilo es inmediato e impresionista, no existe gran variedad cromática y no se pretende representar la realidad de forma fidedigna sino transmitir un mensaje religioso, como sucederá a lo largo de todo el arte medieval. Los restos más importantes de pintura mural que se conservan se encuentran en las catacumbas de Santa Pudenciana y Santa Domitila, en Roma. Los mosaicos decoran las superficies de las basílicas y los mausoleos. Uno de los conjuntos de mosaico más importantes del arte paleocristiano son los del arco del triunfo de Santa María Mayor de Roma, decorado con escenas de la vida de la Virgen y de la infancia de Cristo.

 
Curación de la hemorroísa. Catacumba de los Santos Pedro y Marcelino. Roma

Crismón
Símbolo de Cristo. Está formado por la I y la X iniciales de Iesus Xristos en griego. Éstas aparecen inscritas en un círculo y se combinan con la cruz.

4. LA ESCULTURA

 La escultura paleocristiana se limita prácticamente a los sarcófagos y alguna que otra imagen del Buen Pastor. Éstos ya aparecían en época romana, así pues, podemos decir que los paleocristianos son una evolución de los romanos. Se decoraba la parte frontal y la cista. Los temas que se emplean son los mismos que habíamos señalado al hablar de la pintura mural, algunos de ellos están decorados con estrígiles, que derivan de ondulaciones que se conseguían imprimiendo en una superficie los objetos metálicos del mismo nombre que los deportistas griegos empleaban para retirar la arena que se pegaba a su cuerpo. Los más interesantes son el de Giunio Basso o el que se conserva en la basílica de San Ambrosio (Milán).

Sarcófago paleocristiano. Museo Arqueológico. Córdoba

De eboraria hay importantes trabajos que más tarde influirán en los marfiles bizantinos como la arqueta de la Lipsanoteca de Brescia (Italia), decorada con escenas de la Biblia y con una Traditio Legis.

Eboraria
Término que procede del latín eborarium que significa marfil y se refiere al arte de trabajar este material.

5. EL ARTE COPTO

Con este término se designan las manifestaciones artísticas cristianas que se desarrollaron en Egipto tras las invasiones árabes y que tienen lugar, por tanto, entre los siglo V y VI. Se caracterizan por el rigor y la severidad y adoptarán en muchos sentidos elementos del arte egipcio.

La arquitectura está representada por iglesias de reducidas proporciones, de planta rectangular y gruesos muros. En el interior una o tres naves separadas por columnas, con uno o tres ábsides semicirculares, mientras que en el exterior son cuadrados. Algunos de los ejemplos más sobresalientes son el Convento Rojo y el Convento Blanco en Sohag. Era bastante frecuente que los ábsides estuviesen decorados con pinturas murales en las que suele encontrarse a Cristo rodeado de ángeles y bajo él, la Virgen y los apóstoles. Estos personajes aparecen ricamente vestidos con telas muy vistosas, demostrando así un gran interés por el color. En el convento de San Polonio de Bawit, en el Cairo, realizado entre los siglos VI y VII, conservamos un ejemplo que se ajusta perfectamente a lo anteriormente expuesto.

La escultura prefiere los temas vegetales y contrastes acusados entre luces y sombras. En ella perviven muchas resonancias de lo tardohelenístico. Se conservan muy pocos ejemplos.

Uno de los campos en los que más destacó el arte copto fue en la producción textil. Existieron importantes talleres como los de Antinoe, Karamis y Akhim. En éstos predominan los colores terrosos y los motivos vegetales y animalísticos, tratados con bastante esquematismo y distribuidos en bandas.

En Egipto se desarrolla durante mucho tiempo un importante culto a la muerte, que seguirá desempeñando un importante papel durante la presencia cristiana en Egipto, como muestran los retratos realizados con la técnica del encáustico (desplazada en el siglo IV por la del temple) conocidos con el nombre de retratos del Fayum, que se colocaban sobre el rostro de las momias. Los primeros retratos de estas características se encontraron en torno al siglo I y contribuyen a perpetuar una antigua tradición egipcia. La nota predominante en ellos es el naturalismo y las pinceladas rápidas y ágiles.

Retrato de una mujer. Museo del Louvre. París

Encáustico
Técnica pictórica en la que los colores se diluyen en cera fundida, lo cual obliga a pintar en caliente. La cera hace que la superficie pintada sea impermeable y que posea un brillo muy particular, diferente al que se obtiene con cualquier otra técnica.


Los arquitectos griegos actúan en el seno de una tradición ininterrumpida, y los preceptos tradicionales sirven de horizonte de la cultura arquitectónica, poniendo a las experiencias concretas un límite absoluto. Los órdenes arquitectónicos son mucho más que un formulario decorativo fijo; comportan el uso de un determinado sistema constructivo, fijan ciertas prioridades entre los elementos arquitectónicos y transfieren estas implicaciones al modo de proyectar, que adquiere una estructura obligada. Los romanos contemplan, en cambio, estas desde fuera como uno de los elementos -el más importante, si se quiere- de su experiencia arquitectónica; por lo tanto, se sienten libres de admitirlas, aceptando las relativas implicaciones de métodos, de no admitirlas en absoluto, o de aceptarlas como simples instrumentos adaptando las columnas, los arquitrabes, los frontones con remates y en situaciones completamente distintas de los canónicos.
(BENÉVOLO, L. Introducción a la Arquitectura, 1992)


EL PANTEÓN DE ROMA
(118-125 D. C.)

El Panteón fue mandado construir por Adriano sobre el primitivo Panteón realizado por Agripa que se destruyó parcialmente en un incendio en el año 80, pero fue reconstruido por Domiciano. Posteriormente Adriano consideró oportuno construir un edificio nuevo en aquel mismo lugar. Es por esto que en el friso hay una inscripción en la que se puede leer que el constructor del Panteón que hoy admiramos es Agripa: "Marco Agripa, hijo de Lucio, lo hizo durante su tercer consulado". El nombre de Adriano está en miles de ladrillos que forman parte del edificio. Sobre el autor del mismo no hay nada seguro, algunos especialistas afirman que pudo ser Apolodoro de Damasco, hacia el año 126.

El Panteón, como se hacía con la mayor parte de los templos romanos, estaba construido al fondo de una plaza y de él tan sólo se podía ver la fachada, ya que el resto fue ocultado por otra serie de pequeñas arquitecturas que se le anexionaron. Aquí se trató de conciliar dos elementos que no se habían unido nunca antes en la arquitectura clásica: el pórtico y la planta central. Para marcar y armonizar el tránsito del pórtico a la cella, se intercaló un espacio cúbico que ni siquiera tenía un nombre; es por tanto una solución inmediata a un problema antes inexistente y del que los arquitectos romanos supieron salir muy airosamente, algunos autores lo denominan "cerrojo". El pórtico estaba sustentado por dieciséis columnas monolíticas de granito egipcio, con capiteles y basas de mármol blanco y se remataba con un frontón triangular. Algunos teóricos han planteado la posibilidad de que este pórtico sea el mismo que el de las termas de Agripa.


Una vez en el interior podemos ver el inmenso óculo de la cúpula de casi nueve metros de diámetro que contribuye a aligerar el peso de la misma mientras que por otro lado permite la entrada de la luz en el interior del edificio. La cubierta fue realizada gracias al conocimiento y dominio del hormigón -invento romano- y se apoya sobre unos muros de seis metros de espesor. Mucho se ha dicho sobre su simbolismo, lo más seguro es que aluda al universo, que para los romanos era como una inmensa cúpula en cuyo centro se hallaba el Sol, representado en este caso por el óculo. Para realizarla se sirvieron de un encofrado de madera. La cúpula es una creación netamente romana, que tiene como punto de partida el arco y constituye un importante paso adelante en la evolución de la arquitectura. Un dato muy curioso, aunque una vez más tengamos que apelar a los números, es que la distancia a la que se encuentra la cúpula del suelo y el diámetro de la rotonda es el mismo, es decir, que en ambos casos se trata de 43,30 metros. En la arquitectura clásica los muros y las mediciones pueden resultar de gran ayuda a la hora de interpretar un edificio, y el Panteón no es una excepción en esto. La belleza en Grecia, como ya ha quedado suficientemente demostrado, es una cuestión numérica, y Roma es heredera de Grecia en muchos aspectos, incluido éste. El hormigón de la cúpula emplea como áridos materiales más ligeros a medida que va ascendiendo. En la parte superior se recurre a la piedra pómez, un tipo de roca de origen volcánico muy porosa, y por ellos muy ligera. La cúpula está decorada con casetones, elemento que se recuperará en el Renacimiento.

Gracias a la correcta distribución de las cargas se pudieron abrir en el interior ocho nichos -uno de ellos era el vano de la puerta de acceso-, edículos coronados con frontones triangulares y semicirculares alternativamente dispuestos. Estos espacios posiblemente estaban dedicados a algunas de las principales deidades romanas. Toda la superficie del muro hasta el arranque de la cúpula estaba revestida con magníficas placas de mármol.

En el interior aún se conservan los mármoles que revestían el suelo. Lo que no han quedado son los estucos que decoraban los casetones de la bóveda ni la decoración de los nichos laterales ya que al darse la transformación del Panteón en iglesia los nichos laterales se convirtieron en altares. Sí existen aún la puerta de bronce, que debía de ser dorada, y los relieves policromados.

El aspecto más novedoso de esta obra es que, por primera vez, la arquitectura desempeña el papel de crear espacios interiores, puesto que está realizado para que el pueblo venere a los dioses en su interior aislándose totalmente del exterior demostrando una nueva sensibilidad religiosa. Como bien sabemos, el resto de los templos construidos hasta este momento no eran lugares a los que el pueblo tuviese acceso.

El Panteón ha sido una de las obras más admiradas a lo largo de la Historia. En ella se inspiró Brunelleschi para construir Santa Maria del Fiore, realizó dibujos de ella el propio Rafael, y Miguel Ángel la tomó como punto de referencia para la construcción de la cúpula del Vaticano.