domingo, 29 de junio de 2014

El arte como expresión humana en el tiempo y el espacio

Para mí, el arte no tiene ni pasado ni futuro. Cuando una obra no consigue permanecer siempre viva, entonces no merece la menor consideración. El arte de los griegos, de los egipcios y de los pintores de otras épocas, no es un arte del pasado. El arte no evoluciona por sí mismo, sino que las ideas de las personas cambian y, con ellas, sus formas de expresión.
PICASSO











Vermeer de Delf: Muchacha con el pendiente de perla. Mauritshuis. La Haya


1. ¿QUÉ ES EL ARTE?

(El arte) es una actividad por la cual las experiencias del mundo sensible percibidas por el artista según las modalidades del plano estético se incorporan a una materia y son llamadas a constituirse en el plano artístico.
Umberto Eco

No es tarea fácil establecer con precisión qué es el arte. Podríamos decir que el arte es una necesidad esencial del ser humano, un mecanismo de expresión que aparece en él desde el Paleolítico Superior.

Es, además, un lenguaje con un código que el espectador de cada momento conoce y sabe interpretar, por ello, es necesario tener en cuenta los parámetros espacio-temporales en que la obra de arte nace, para llegar a entenderla en profundidad y evitar la descontextualización que, en muchas ocasiones, oscurece su interpretación; sería imposible entender el porqué de las pirámides de Egipto si no nos aproximamos a su organización social o su religión.

Pese a esto, es bien cierto que la obra de arte tiene la capacidad de trascender estos límites y suscitar emociones fuera de su tiempo. Si no, ¿cómo podemos explicar el sobrecogedor efecto que aún despiertan en nosotros obras como las pinturas de Altamira, el Partenón o la Capilla Sixtina de Roma, por citar algún ejemplo, miles de años después de haber sido creados?


Degas: Detalle de Desnudo rascándose la espalda

La esfinge de Gizeh. El Cairo

Desde el punto de vista de nuestro gusto moderno, nos parece casi imposible que una voluntad artística positiva pudiera dirigirse en algún momento hacia la fealdad y la ausencia de vida. Todo depende de que entendamos, al fin, que el objeto del arte no se agota con lo que denominamos belleza ni con lo que llamamos vida, sino que la voluntad artística puede estar dirigida a la percepción de otras manifestaciones de las cosas.
Alois Riegl

En ocasiones, quizás como fruto del desconocimiento, existe una tendencia a valorar la obra en la medida en que ésta es un fiel reflejo de la realidad. En este sentido afirma Pérez de Ayala: "Si el arte fuera tan sólo la copia del natural, la música no sería un arte, la danza no sería un arte, el arte literario más alto no sería arte".

De la misma manera, podemos decir que los cambios más bruscos en la forma de entender el arte se han producido durante los siglos XIX y XX, especialmente en este último, durante el cual las dificultades para definirlo, para delimitarlo, se han agudizado ostensiblemente. De hecho, en la actualidad pocos se aventuran a señalar la orientación que éste ha tomado.

La especie más noble de la belleza es aquella que no arrebata de repente, que no hace ataques tempestuosos y embriagadores, sino que se filtra despacio, que lleva a uno consigo, casi sin ser advertida (...) toma completa posesión de nosotros y llena nuestro corazón de lágrimas
Nietzsche

La belleza, concepto cuya concepción fluctúa con el paso del tiempo, ha sido primordial en muchos momentos de la Historia del Arte, pero esto no quiere decir que sea el único objetivo de la misma.

El móvil que empuja a la realización de una obra de arte puede ser la liturgia, la utilidad, un fin funerario, doméstico, etc.

La belleza es, al mismo tiempo, uno de los conceptos más variables y relativos que existen, modificándose su valoración de forma, a veces radical, de un periodo a otro. Uno de los condicionantes más importantes de la obra de arte es la técnica. El desarrollo de la misma o la aparición de nuevos procedimientos técnicos son decisivos.

Jorn Utzon: La Ópera de Sidney

Cabeza de Hermes. Museo Arqueológico. Estambul

Por ejemplo, la invención del óleo supone la posibilidad de reflejar la realidad, las diferentes calidades de los ropajes de los ricos burgueses flamencos del siglo XV con una fidelidad asombrosa, prácticamente fotográfica, que no se podía alcanzar con la técnica del temple.

De la misma manera sucede en la arquitectura, por ejemplo, sin las aportaciones constructivas de Juan de Herrera, habría sido absolutamente imposible hacer una obra tan colosal como El Escorial en tan escaso tiempo.

 
Caillebotte: La Plaza de Europa en un día de lluvia. Art Institute. Chicago

Petra. Jordania

2. ICONOGRAFÍA E ICONOLOGÍA

Estas son las dos ciencias que se dedican al estudio de los temas figurados que aparecen en las obras de arte. La primera se ocupa del origen y desarrollo de estos temas, mientras que lo que hace la segunda es penetrar en su significado. Establecer una separación nítida entre ambas es bastante difícil, en realidad, las dos se complementan. Panofsky, uno de los padres de la iconografía la define de la siguiente manera en su obra Estudios sobre iconología: "La iconografía es la rama de la Historia del Arte que se ocupa del contenido temático o significado de las obras de arte en cuanto algo distinto de su forma". Esto supone, según Panofsky, que la correcta interpretación de la obra de arte nos debe llevar a un análisis de otras manifestaciones que tienen una incidencia directa sobre la misma: "El historiador deberá indagar y descubrir las analogías internas existentes entre fenómenos tan heterogéneos, en apariencia, como la literatura, las artes, la filosofía y los acontecimientos sociales, políticos y los movimientos religiosos".

Miguel Ángel: Sibila líbica. Capilla Sixtina. Roma

Representación de un apóstol. San Juan de Letrán. Roma

Capital de un manuscrito medieval

Panofsky estableció, además, un método iconológico que ilustra lo que hemos señalado: 
  • Descripción preiconográfica: consiste en una descripción de los elementos que integran las obras, de las expresiones y los gestos de sus protagonistas. Para este primer paso tan sólo precisamos de la utilización de nuestros sentidos.
  • Análisis iconográfico: implica la identificación de las imágenes, las historias y las alegorías de la obra. Este segundo paso será meramente descriptivo, nunca interpretativo. Para poder llevarlo a cabo con eficacia es necesario tener un bagaje literario y cultural que nos haya permitido estar familiarizados con estos temas y, de esta manera, poder clarificar cómo ha variado la manera de representarse a lo largo de la Historia. 
  • Análisis iconológico: en palabras de Panofsky consiste en "dilucidar la significación intrínseca o contenido, que se aprehende investigando aquellos principios subyacentes que ponen de relieve la mentalidad básica de una nación, de una época, de una clase social, de una creencia religiosa o filosófica, matizada por una personalidad y condensada en una obra". Si en el proceso anterior analizábamos el origen y la variación del  tema, en éste lo que hacemos es penetrar en el significado del mismo.
La iconografía y la iconología son disciplinas esenciales para la interpretación de la obra de arte, pero que deben de ir acompañadas del estudio de otros aspectos de la misma.

Cupido y las pefumadoras. Casa dei Vettii. Pompeya

3. LA OBRA DE ARTE EN LA SOCIEDAD

3.1. La historia social del Arte

En torno a los años 50 surge una corriente de historiadores que se ocupan del estudio del arte en relación con la sociedad. Es el caso de investigadores como Antal y Hauser. Éste último es autor de una obra en la que, bajo el título Historia social de la Literatura y del Arte, hace un análisis de la manera en que la obra de arte está, inevitablemente, conectada a la sociedad en que se gesta.

En algunos casos, los análisis de estos historiadores llegaron a ser un tanto excesivos, puesto que dejaban de lado otros factores fundamentales de la obra de arte, especialmente los aspectos formales. Es cierto que el hecho artístico está indisolublemente ligado al momento histórico que lo ve nacer, pero hay que contar con la individualidad de su creador, con su personalidad única e irrepetible, sin la cual esa obra no sería la que es.

Es cierto que el artista nace en el seno de una sociedad, que las obras de arte que lleva a cabo están determinadas por la personalidad del cliente que las encarga al artista pero, junto a esto, se encuentra su propia creatividad, su libertad y su postura ante el entorno. La guerra es para Picasso algo execrable como demuestra en su obra Guernica, mientras que es claramente exaltada por los pintores futuristas, de los que le separan pocos años. Hauser afirmaba: "Todo el arte está condicionado socialmente pero no es definible socialmente. No lo es, sobre todo, la calidad artística, porque ésta no posee ningún equivalente sociológico. Lo más que puede hacer la sociología es referir a su origen real los elementos ideológicos contenidos en una obra de arte".

Carpaccio: Simeón en el Templo. Academia de Bellas Artes. Venecia

3.2. La consideración social del artista

En los diferentes momentos de la Historia del Arte adquiere una dimensión social diferente que vamos a repasar brevemente.

En la Prehistoria el Arte es una especie de rito mágico que sirve para atraer la caza, un rito que lleva a cabo el artista.

En Egipto los artistas apenas eran tenidos en consideración y se encontraban muy por debajo de los escribas en la rígida jerarquía social.

Los griegos y los romanos establecían una distinción entre artes nobles y la artesanía. Esta distinción, que perdurará durante mucho tiempo, consideraba que aquellas manifestaciones artísticas que no se vinculaban al esfuerzo físico tales como la música y la poesía, se encontraban muy por encima de la pintura y la escultura, de carácter manual.

Por tanto, un pintor o un escultor, en el mundo clásico, estaba siempre por debajo de un poeta o un músico.

Escultura de Tutmosis III

En la Edad Media el artista no experimentó una mejora en su consideración social, más bien todo lo contrario. La pintura y la escultura continuaron siendo artes minusvaloradas frente a la poesía o la música, no por su carácter artesanal, como sucedía en el mundo clásico, sino por la prevención que el Cristianismo tiene contra los sentidos y la información y el goze que proviene de ellos.

El arte, en estos momentos, adquiere una función claramente doctrinal, puesto que la inmensa mayoría de la población no sabe ni leer ni escribir. La manera de enseñar al creyente las verdades de la fe eran los mosaicos en Bizancio o las portadas monumentales de las iglesias románicas y góticas. El artista medieval es un personaje anónimo e itinerante que se ajusta de manera precisa a los rigurosos programas iconográficos trazados por el teólogo. A partir del Gótico comenzaremos a tener noticia de la identidad de algunos artistas, no en vano este estilo prepara la llegada del Renacimiento.

Durante el Renacimiento se produce un profundo cambio en la mentalidad que se traduce en la consideración de la actividad artística como una labor de carácter intelectual.

El artista ya no será un artesano, sino que estará más cerca de un intelectual que conoce en profundidad diferentes disciplinas. Ghiberti, tomando como partida el libro de Vitrubio De architectura, afirma: "El escultor -y también el pintor- debe ser adiestrado en todas estas artes liberales: Gramática, Geometría, Filosofía, Medicina, Astronomía, Perspectiva, Historia, Anatomía, Teoría del dibujo y Aritmética".

Poco a poco, el artista renacentista adquiere el reconocimiento social que nunca antes había tenido. Surge, por un lado, el artista intelectual, encarnado a la perfección por Leonardo, y por otro, el artista que se distingue con sus excentricidades de los demás seres y que se considera a sí mismo único -"hijo de Saturno"- representado por Miguel Ángel.

Lo que tan poderosamente nos impresiona no puede ser, a mi juicio, más que la intención del artista, en cuanto él mismo ha logrado expresarla en la obra y hacérnosla aprehensible. Sé muy bien que no puede tratarse tan sólo de una aprehensión meramente intelectual; ha de ser suscitada también nuevamente en nosotros aquella situación afectiva, aquella constelación psíquica que engendró en el artista la energía impulsora de la creación.
Freud

La idea de que una obra de arte pueda tener una significación propia, irreductible a cualquier otra, no asoma en general, en el pensamiento de los sociólogos.
Pierre Francastel

Interior de la Basílica de San Pedro Vaticano

El siguiente paso es el Academicismo, que alcanzará su máxima expresión durante el siglo XVIII. En éste, además de considerarse que el arte es algo que puede ser enseñado, y por lo tanto, aprendido, se trata de uniformar el gusto creando un modelo único que surge como una síntesis perfecta de los aspectos más relevantes de los grandes pintores renacentistas. La tesitura del artista barroco en Flandes, Italia o España por aquel entonces era bien diferente, ya que estaba sometido a la voluntad de la Iglesia, que empleaba el arte como mecanismo para enfrentarse a las herejías y como defensa y difusión de sus propios dogmas.

Será en la época contemporánea cuando el artista alcanzará una verdadera independencia e inicia un camino que le llevará a tener una mayor libertad y que llega hasta nuestros días. El arte se convertirá en algo a lo que todo el público va a tener acceso.


      
Gaugin: En la playa. Museo d'Orsay. París